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Comer en la nieve

Por ejemplo, la participación de la restauración en la cifra de negocio de Baqueira supone aproximadamente un 22%, o un 15% de media en las instalaciones pertenecientes al Grupo Aramón; en la estación de esquí de Cerler, el porcentaje se convierte en un 48% con la llegada de los meses de verano. La oferta debe ser variada y de calidad.

Porque hasta hace unos pocos años, ésta se centraba, básicamente, en lineales de self service, bocadillos, y máquinas expendedoras de refrescos, debido a que los elementos técnicos provocaban que, al final, el tiempo del que realmente se disponía para esquíar fuese limitado. Comer sólo era una necesidad que se solventaba con un bocata y un refresco. La situación ha cambiado: las subidas a la montaña son menos costosas; la jornada de esquí se reduce, de ocho a unas cuatro horas; el tiempo que se pasa en la estación no sólo es para esquiar: es tiempo de ocio, de pasarlo bien, quizá ligar y, por supuesto, comer. Más aún en un año en que –hasta el momento- la falta de nieve es un problema cuasi común para todas las estaciones, y que en las mismas se habla de desestacionalizar las visitas, incorporando nuevas actividades.
“Si la estación esta muy bien de nieve, afirma Javier Deobarro, jefe de Restauración de Baqueira Beret, la ocupación es mayor y el consumo en los restaurantes es bueno, pues el esquiador se cansa y utiliza las cafeterías y terrazas para reponerse y relajarse. En temporada de esquí son un servicio, pero en verano un aliciente a los visitantes de las distintas zonas”.
“En nuestro caso, la falta de nieve no esta influyendo en exceso, declara Fernando Marcos, del departamento de Marketing & Comercial de Panticosa, ya que, a pesar de que solo tenemos nueve kilómetros abiertos y, a consecuencia de esto, el número de clientes ha disminuido un poco con respecto al año pasado, somos la estación que mejores condiciones de nieve presenta de nuestra zona gracias a la innivación artificial”.

Un atractivo más
En consecuencia, los servicios de restauración de las estaciones de esquí, se diversifican, adquiriendo cada vez mayor importancia los restaurantes a la carta, y nuevas opciones como las chocolaterías, o terrazas panorámicas, ya que el restaurante es, cada vez más, una opción de ocio a la que la estación presta una atención preferente, gestionándola de forma personal, y donde el sistema de concesión no suele darse.
“En Cerler disponemos de dos restaurantes, uno a pie de pistas en Ampriu a 1.900 metros y otro en la zona de Cota-2000”, explica Jaime Río, Responsable Dpto. Comercial y Marketing de Cerler. “Los dos disponen de zona bocadillos y cafetería-chocolatería. El restaurante Ampriu también cuenta con una barbacoa en la terraza especializada en costillas de cordero y longaniza de Graus. En el restaurante de Cota 2000, además del Self-autoservicio, existe un Show Cooking con especialidad en carnes del Pirineo. En La Colladeta se oferta una hamburguesa, elaborada con arreglo a una antigua receta del Valle de Benasque, que tiene una bien merecida fama. Los clientes se decantan hacia un establecimiento u otro, en virtud del estado de la nieve, el tiempo, el nivel de esquí, etc… Por ejemplo el restaurante Ampriu, al accederse en coche, está más dirigido al paseante, no esquiador, y con el buen tiempo la terraza se llena de familias. La variedad de la oferta se fundamenta en las distintas tendencias según la época”. l
Ana I. García

Una renovación ambiciosa
Los servicios de restauración son una de las claves del proceso de renovación de las estaciones de esquí y, para demostrarlo, desde el Grupo Aramón, que engloba a las estaciones de Cerler, Panticosa, Formigal, Javalambre y Valdelinares, se ha acometido un ambicioso proceso de renovación que significará un desembolso aproximado de cinco millones de euros. No sólo para, como explica Bruno Balbás, director de restauración de Aramón, desestacionalizar la afluencia de usuarios, sino porque las necesidades de estos usuarios también han cambiado y, tras una exhaustiva investigación, las conclusiones extraídas son que las preferencias de los casi cuatro millones de clientes que visitan los restaurantes de Aramón giran en torno a:
d Por una parte, la mayoría “pide” que exista un restaurante a la carta, en el que haya una cuidada carta de vinos e incluya, como mínimo, un producto de montaña, en el que no le importa centrar el gasto.

d Gran parte de los usuarios solicitaba una actualización de los lineales de autoservicio. Una mayor especialización e interacción entre el comensal y la persona que le cobra al final del proceso. Por esa razón, el grueso de la inversión de la compañía girará en torno a actualizar dichos lineales, que dejarán de serlo para convertirse en pequeñas islas, de productos específicos, donde la misma persona que cobra al final del proceso, es la que te sirve y asesora durante el mismo. Al personal de estas islas se les someterá a un proceso de formación y especialización de diez días. Se aumentará la presencia de platos elaborados, y se apostará bastante por la cuarta y quinta gama.

d Otra ‘queja’ surgía en torno a la variedad de bocadillos, que era considerada como muy limitada. No sólo se ampliará, trascendiendo del clásico bocadillo de “bacon con queso”, sino que se elaborarán más en cuanto a ingredientes, y se mejorará la calidad del pan.

d Por último, e inesperado, según Bruno Balbás, una petición que ha llamado la atención de la compañía es la que gira en torno al café. No sólo en cuanto a mejorar la calidad del mismo, sino sus acompañantes, por lo que los esfuerzos de la compañía también se focalizarán alrededor de las chocolaterías, muy frecuentadas por los clientes de las pistas de esquí. l A.I.G.

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