Su chef ejecutivo, Mario lo Monaco, se salvó por llegar retrasado a su cita laboral. El restaurante facturaba cerca de 40 millones de euros anuales y presumía de poseer la mayor carta de vinos del mundo. Los supervivientes crearon un nuevo restaurante llamado Colors, mientras que Lo Monaco trabaja en la actualidad en el Porterhouse de NY. Todos apoyan una asociación sin ánimo de lucro que ayuda a las familias de los empleados fallecidos.