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“La gallina ya no pone huevos de oro”

Ha abierto y cerrado locales (Route 66, La Terraza, La Tablita, Blues, Prisma…) en Barcelona, su area metropolitana y en la Costa Dorada.

Ahora, a punto de decidir retirarse es un fiel ejemplo de cómo la realidad turística hace añorar tiempos pasados. “A Sitges ya no llegan los turistas alemanes, holandeses o franceses pertenecientes a la clase media alta, que además de pasar largas estancias, consumían en restaurantes, bares y discotecas” señala Naumann más conocido como Beppo entre sus amigos hosteleros y sobre todo sus clientes más fieles, rayando ya la sesentena.”Ahora, “este tipo de turismo ha sido sustituído por los ciudadanos de los nuevos estados salientes de la ex URSS, en especial los rusos”.

El negocio se ciñe en la actualidad a los fines de semana, a comandas con un plato y la bebida y en materia de copas, una larga y alguna cerveza. De marcas conocidas y acreditadas ni una, comenta Beppo: “El público elige las más corrientes porque son las más baratas”. Absolut ha tumbado a Smirnoff y Bacardí pese a que la familia fundadora es de Sitges es que no llega a un solo vaso. Eso sí mojitos a destajo pero con un ron sin nombre.

Naumann señala que la apertura de los túneles del Garraf ha convertido a la Blanca Subur en un barrio de Barcelona y que para el negocio hostelero todo son pegas, aunque también se descubre ante la competencia de la fachada playera de la ciudad de Barcelona, que le está restando a Sitges un turismo que llegaba con más fluidez a su hostelería.

La prohibición de fumar, dice Beppo, “ rompe la calidez de los grupos que se dividen entre los que se quedan en el interior de los locales y los que salen a fumar”. Es imposible así que se genere el ambiente y clima necesario para que se consuma, dentro de los cauces de lo responsable.

Todo ello ha supuesto que locales como los que regenta registren ventas en un 50% menores que en la época de las vacas gordas: que el precio de las cañas y copas (entre 4 y 6 euros) sean los mismos de hace cinco años y que cargas sociales e impuestos dinamiten las cuentas de explotación de sus establecimientos.

Naumann no quiere ser pesimista y cree que aunque no se regresará a la época dorada del turismo, destinos como Sitges siempre serán valorados por el turismo internacional, dada la hospitalidad de sus gentes, su constante convocatoria de eventos culturales y un patrimonio turístico con solera. JRN

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