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Un espacio ‘guapo’ donde diversión y alta cocina se dan cita

Las claves de este éxito, el haber creado un espacio de disfrute en el que se conjugan una gastronomía de calidad, un ambiente muy agradable y un servicio cuidadísimo.

La historia de Ten con Ten es muy reciente, ya que sus puertas se abrieron hace unos meses en la céntrica calle Ayala de Madrid. Pero para encontrar sus raíces hay que remontarse algo más en el tiempo. Concretamente a hace unos siete años, cuando Marta Seco y Sandro Silva, asturianos y emprendedores, inauguraban el restaurante El Paraguas. Ahora, con ese concepto que dio una vuelta de tuerca más a la cocina asturiana más que consolidado, los socios y matrimonio, Silva y Seco, dan un nuevo paso adelante.

El concepto
Así, como afirma la propia Marta, Ten con Ten es “la versión un poco más casual de El Paraguas. Queríamos una cosa más informal, divertida, entre comillas y buscar un concepto que se ajustara un poco más en precio, debido a la crisis”. Aunque, admite “luego no ha resultado tan informal como pensábamos”.

A ese componente informal, contribuye muy mucho la parte delantera del local, la barra, mesas altas, separadas, aunque no completamente aisladas, del comedor principal. La carta, de cocina internacional, de la que Sandro Silva es el máximo responsable, es algo más breve que la de El Paraguas aunque sin perder un ápice de la calidad que ha definido a este restaurante a lo largo de su historia.
“Nos hemos dado cuenta de que nos cuesta mucho perder calidad, bromea Marta Seco. Queremos mantenerla y buscamos productos que, yendo a la máxima calidad, sean más accesibles. Hemos trabajado en ellos y les hemos dado la vuelta con la elaboración suficiente para que podamos conseguir una carta muy apetecible, pero mucho más breve. La grandísima variedad que tiene El Paraguas conlleva mucha dificultad porque como es un restaurante en el que la frecuencia en que cada cliente lo visita es muy alta, no te queda otra opción que la de dar una variedad cada vez mayor, para que estos clientes que repiten dos o tres veces a la semana tengan dónde elegir y no se cansen. Porque al final, en los negocios puede haber un ‘boom’ inicial, pero, después, vives de esos clientes habituales, de esos clientes fieles que de una manera regular vienen a tu negocio”.

Realización
Porque, al final, a El Paraguas tienen que agradecer el impulso, la fuerza necesaria para la puesta en marcha de este segundo local. Porque “hay una corriente de gente que te puede seguir, qué conoce cómo trabajas, y que de alguna manera se van a interesar en ir a conocer el nuevo sitio”, explica Seco. Pero eso no lo es todo. Una vez que el cliente ya conoce el local, hay que ‘engancharle’, por eso, en la realización del nuevo concepto, sus fundadores se plantearon varias premisas: “Tienes que ofrecerles algo que creas que puede apetecer -y en este caso también hemos hecho algo que nos apetecía a nosotros mismos-. En nuestra opinión, en Madrid faltaba un sitio de aire más cosmopolita, una mezcla informal, pero informal de gente guapa, donde se diera la posibilidad de tomarse una copa de muchísima calidad, un cóctel espectacular, la posibilidad de comer en la barra… con un aire al Atelier de Robuchon que aquí no existía”.

Así, la conclusión es un espacio donde se dan cita una cocina de mucha calidad, en un ambiente donde la música toma protagonismo, o la copa forma parte del juego. “Queríamos un sitio, donde claramente la gente viniera a ver y ser visto y esto se consigue con espacios abiertos en los que además hay que crear una calidez. Para eso, buscamos que estuvieran definidos pero sin cerrarlos entre ellos. Jugamos mucho con las alturas… en la barra puedes estar cómodamente sentado, comiendo y bebiendo, pero a la vez viendo, divirtiéndote, charlando… es un concepto de ‘restaurante-diversión’. Un sitio ‘guapo’, como decimos en Asturias, divertido y donde incluso se pudiera comer bien… la idea era ser todo lo perfectos que pudiéramos, pero es complicado”.

Un espacio para ver y ser visto, aderezado además con el punto fuerte del staff. En el caso de Ten con Ten, compuesto por unas cuarenta personas.
“La verdad es que para lograr que el equipo se comporte como tú quieres, ahora mismo no sabría dar una fórmula distinta a estar tú, no perder tú la motivación, saberla transmitir y saber comprender en cada momento. Porque ésta es una profesión que tiene una parte muy bonita, pero también una muy dura: trabajas cuando los demás se divierten, los horarios son complicados… de alguna manera también les tiene que compensar, no sólo a nivel económico sino también personal”.

El futuro
Pero, a pesar de su corta vida, Ten Con Ten ya se ha convertido en uno de los puntos de encuentro inevitables en la Capital, siendo muy complicado encontrar una mesa en él sin reservar con mucha antelación. ¿Por dónde pasa el futuro de sus propietarios? Posiblemente por no quedarse sólo en este local.
“Sigues pensando en cosas nuevas, pero todo lo que nos planteásemos ahora mismo serían conceptos de sitios similares a los que tenemos, aunque cada uno con su personalidad. Tiene que acompañar también el tema personal, porque los socios fundadores somos matrimonio, tenemos dos niños pequeños y eso hay que compaginarlo… es un esfuerzo enorme el que estamos haciendo, aunque encontramos mucha satisfacción también y tenemos mucha motivación para hacerlo. En este momento, Sandro está más tiempo en El Paraguas y yo aquí. Con Ten con Ten queríamos crear una fórmula un poco más independiente de nosotros, pero hasta el momento –lleva poco abierto- no ha sido así. Pero, más tarde o más temprano, cuando podamos organizarnos, nos plantearemos ir a más. Algo haremos más, seguro. Porque en esto de los negocios no te queda otra que seguir avanzando. Quedarte en punto muerto es peligroso”.

Isabel Cano

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