Considerado bien de interés cultural en la categoría de monumento y con una afluencia de público semanal cifrada en ochenta mil visitantes, este espacio gastronómico y gourmet ha sentado las bases de una nueva escuela: la de recuperar mercados tradicionales y hacer de ellos un lugar no sólo de compra sino de degustación y ocio.
Sin embargo, lo que hoy es un exitoso modelo de negocio empezó siendo una arriesgada y paciente aventura empresarial. La sociedad El Gastródomo de San Miguel, actual dueña de todo el mercado -a excepción del puesto que regenta el propietario de la marisquería Morris- tardó varios años (de 2002 a 2006), y otras tantas negociaciones, en hacerse con esos espacios comerciales que ahora arrenda a sus nuevos inquilinos.
A las obras de renovación de aquel mercado de hierro (que en 1916 construyó en pleno centro de Madrid Alfonso Dubé y Díaz, discípulo de Gustave Eiffel) ejecutadas entre 2007 y la primavera de 2009, se han sumado después las modificaciones que los gestores de San Miguel han llevado a cabo en estos últimos tres años para adaptar su oferta a la demanda.
El modus operandi de esta adaptación ha consistido en hacer más puestos de los que originariamente había optimizando cada rincón. De ahí que a los 33 espacios fijos comerciales -29 en manos españolas, dos gestionados por comerciantes franceses y otros dos por italianos- se hayan sumado ocho carritos móviles, destinados a variar la oferta del mercado. Una oferta basada en la máxima de que todo lo que se compra se puede degustar.
Reclamo turístico
Es más, a esos ocho carritos se suma uno más, de coctelería, por las tardes. ¿Su misión? Vender mojitos y caipiriñas entre todos aquéllos que se dejan seducir por los encantos de un San Miguel que no sólo atrae a un público local, muy heterogéneo, sino que se ha convertido en reclamo turístico para los extranjeros que visitan la capital.
Según han explicado a Restauración News trabajadores del propio mercado, la visita a San Miguel (cuya superficie es de 1.200 metros cuadrados, repartidos en dos plantas: la comercial y la de almacenamiento de mercancías) ya está incluida en el programa de visitas organizadas a Madrid que ofrecen muchos touroperadores. Algo que ha supuesto la reserva de los espacios centrales del mercado para muchos de esos grupos.
Grupos que en su mayoría están formados por franceses, italianos, orientales -especialmente japoneses-, anglosajones y mexicanos. De hecho, de los visitantes que recibe el Mercado de San Miguel, al menos un 40% es de fuera de España y entre un 20% y un 25% de fuera de Madrid.
Además de para grupos particulares, la organización del mercado también ha reservado esos halles centrales para eventos de empresas –como Laboratorios Roche- así como para otros de regiones específicas como fueron la semana de Galicia, la semana de Soria o los días de Brasil.
Tal polivalencia hace que fuentes de la gerencia de este mercado afirmen a Restauración News que “el balance de estos tres años no puede ser más positivo. Desde que San Miguel abrió se han abierto varios mercados y aquí no se ha notado ningún cambio”. JG. Boiza
