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La Cafetería Santander une a su tradición hostelera una nueva vocación: ser punto de entrega del e-commerce

Toca reinventarse. Los nocivos efectos que la crisis económica ha tenido en las ventas del sector de la restauración, afectado desde hace casi dos años por la ley antitabaco y en numerosas ocasiones por las trabas impuestas desde el consistorio municipal, no dejan opciones para muchas florituras. Sobre todo cuando el low-cost también ha sabido conquistar millones

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de paladares.

Convencida de que la solución a la crisis no pasa por bajar precios que repercutan en la calidad de sus servicios, Carmela Rodríguez, dueña de la Cafetería Santander, ha decidido poner en marcha, junto con su hijo Ramón Valls, un nuevo proyecto dentro de su local, que pasa por convertir a parte -200 metros cuadrados del sótano- de este mítico establecimiento en un punto de entrega y devolución de todo tipo de mercancía comprada en Internet.

Según han explicado tanto Carmela como Ramón a Restauración News, el objetivo de esta nueva apuesta “no es desviar el negocio a otra línea; es vender más cafés y comidas”. En otras palabras, la pretensión de esta iniciativa es hacer de la Cafetería Santander un punto de encuentro generando así un mayor flujo de público para ganar potenciales clientes.

“La Cafetería Santander se compromete a recoger y guardar, sin límite de tiempo, todo tipo de paquetes sin importar su tamaño, que los usuarios compren en Internet y que necesiten un punto de entrega”, explica Valls, quién recuerda que este local, fundado en 1967, permanece abierto, de forma ininterrumpida, de siete de la mañana a una de la madrugada (los sábados hasta las dos de la mañana).

Apuesta como favor
“Nosotros no cerramos a mediodía”, insiste Valls, que ve en esta iniciativa una forma de hacer un favor a la gente, “sin quitar el negocio a nadie”. Un favor que, en su opinión, se aplica tanto al comprador de artículos en e-commerce como al distribuidor.

“Con el sistema que nosotros proponemos estamos simplificando la logística del distribuidor y también la del consumidor, que a lo mejor no quiere que se le envíen sus compras a su domicilio, porque nunca está en horario comercial, y tampoco a su puesto de trabajo porque no quiere que sus colegas sepan cuando compra o cuando no”, apostilla Valls.

Aún así, el servicio se encuentra inmerso en un período de prueba. “Lo estamos haciendo entre nosotros, con gente que conocemos”, dice Valls, quien explica que para dar a conocer este servicio, además de los tradicionales carteles dentro de la cafetería y en sus alrededores, la Cafetería Santander contará con una página web en la que detallará el modus operandi de su nueva apuesta.

Cuando ésta empiece a ser conocida por el público en general, Valls calcula que la Cafetería Santander gestionará en un principio un máximo de 20 recepciones de pedidos semana­les. Algo que calcula que suceda en los meses que faltan para que termine 2012, ya que confía en que el verdadero pistoletazo de salida de esta nueva propuesta ocurra en la próxima campaña de Navidad.
“Podemos recoger desde productos electrónicos y libros hasta artículos perecederos, ya que disponemos de cámaras frigoríficas para su conservación”, apunta.

Críticas al consistorio
Unas palabras a las que su madre, Carmela Rodríguez, suma las suyas propias: “Cuando te quitan un 30% de clientela de los fumadores y cuando tienes un ayuntamiento que no nos está ayudando nada, sino todo lo contrario, con leyes ridículas, algo te tienes que inventar”, sostiene.

La también vicepresidenta de AMER –Asociación Madrileña de Empresas de Restauración- indica asimismo que “la normativa del ayuntamiento nunca es nítida por lo que es muy fácil que te caiga la multa. El ayuntamiento tiene un afán recaudatorio que está desanimando al pequeño, al que tiene sabor de manteles de cuadros, al que apuesta por la comida casera”.

“Sólo pedimos que nos escuchen y que haya un mayor consenso, por ejemplo en materia de horarios”, puntualiza Valls al tiempo que recuerda que el ayuntamiento de Madrid prohíbe que los bares y restaurantes de la capital hagan uso de sus terrazas antes de las 10 de la mañana.

Ante este panorama repleto de baches impuestos por la crisis y las trabas de la administración, los dueños de la Cafetería Santander amplían con

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su última iniciativa de ser punto de entrega del e-commerce una enorme lista de propuestas que ya han ido aplicando en su local.

Batería de propuestas
Además del wifi gratuito de su restaurante, la Cafetería Santander cuenta con un alcoholímetro, para que los conductores sepan antes de coger el coche si rebasan la tasa de alcohol impuesta por la

Dirección General de Tráfico, y unas pantallas enormes para la retransmisión de eventos deportivos.

A estas propuestas, Carmela Rodríguez también sumó la del take away. ¿Por qué? “Porque los españoles estamos aprendiendo a pasarlo bien comiendo en casa”. Un take away que cuenta con “la misma comida que se sirve en la cafetería pero con un 20% de descuento porque no tiene el servicio en mesa”, explica la empresaria.

Aunque éste no nació con vocación de convertirse en un servicio de comida a domicilio, Carmela y Ramón reconocen que ya empiezan a hacerlo, siempre y cuando los pedidos procedan de direcciones próximas al barrio de Alonso Martínez. “Lo atractivo de esta idea es que además de echar una mano a la gente del barrio, creas una cultura dentro de él”.

Precios congelados
Fiel a su vocación de apostar por la calidad en la comida y no ceder a las presiones del low-cost, la Cafetería Santander ha congelado sus precios y ha vuelto a apostar por el medio menú, que cobra a 12,50 euros (el menú completo cuesta 17 euros). “No es que no quiera dar mi brazo a torcer; es que no quiero bajar la calidad. Es la cuarta crisis que vivo y es la cuarta vez que pongo el medio menú”, insiste Carmela.

“Lo que ocurre –prosigue su hijo Ramón- es que hay dos formas de bajar los precios: o bajas la calidad y te sumas al low-cost o no bajas los precios y en lugar de dar todo lo que dabas antes, das un plato, un postre y pan”.

Pese a esta filosofía, los propietarios de la Cafetería Santander confiesan que “el futuro nunca será como el pasado”. “Los años de éxito que has tenido pueden volver pero ya no de la misma manera. Hay que adaptarse al comportamiento del consumo. Si identificas cómo se comporta tu cliente podrás aguantar”, explican.

“Resumiré la situación en una sola frase, que no es mía sino de Einstein: no puedes soportar tiempos nuevos con ojos viejos”, zanja Carmela. JGEMA BOIZA

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