Un proyecto que nacía como una reforma “exprés” que había de hacerse en pocos días y que tenía por objetivo mejorar el confort y el bienestar de los comensales que atravesasen las puertas del local. Para ello, se llevaron a cabo varias acciones.
Por una parte, la de “depurar los espacios”. Se despejó el pasillo central, que sólo estaba ocupado por mesas de apoyo, a fin de dotar al establecimiento de más profundidad y así incrementar de paso la sensación de amplitud del mismo.
Otro punto que se abordó en le presente proceso de renovación fue el de cambiar la paleta de colores para aportarle al interior “más sensación de armonía y elegancia”, utilizando para tal fin colores sobrios y tranquilos. Por otro lado, las paredes se tapizaron con tejidos especiales de alta absorción, contribuyendo a aumentar la armonía mejorando la acústica.
El mobiliario tampoco se libró. Las sillas y los bancos se tapizaron también con tejidos cálidos para “mejorar el confort del comensal”, afirma Cabré. Para potenciar la sensación de calidez y calidad, se incorporaba la madera, revistiendo la fachada exterior del local de madera de roble raspado, igual que la barandilla que enmarca la escalera que acompaña al comedor situado al final del local. También se potenciaron los efectos de luz incorporando unos apliques con pantalla de seda que “transmiten una luz muy cálida y potencian la sensación de confort y intimidad a los comensales”.
Estos cambios, además del cuidado por los pequeños detalles (flores, velas,…) han conseguido transformar el espacio. Una intervención rápida y sencilla, dice Cabré, que “ha aportado elegancia, sobriedad y lo ha convertido en un restaurante cómodo, cálido y muy agradable”. JA.I.G.
