En concreto, la normativa pretende que los restaurantes faciliten la información de los platos con alérgenos para que cualquier comensal sepa qué puede comer o qué no puede comer, en igualdad de condiciones que otro y sin tener que identificarse ni pedir un trato especial.
Esta normativa atribuye responsabilidad directa a la empresa operadora (restaurantes y colectividades) sobre la información alimentaria relativa a los alérgenos que se debe facilitar al cliente y tal como está planteada, la presencia no declarada de un alérgeno en un alimento se considerará un peligro alimentario comparable con la presencia de una salmonella.
Así pues, el incumplimiento normativo puede conducir a responsabilidades penales (prisión y multas, según los casos).
El pasado año FEADRS ya trató el tema entre sus asociados, pero se teme que se genere una gran confusión entre las empresas de restauración comercial, en especial bares y cafeterías, pues hasta el momento, salvo ANTA, pocas reuniones profesionales han tratado esta temática y planteado un abanico de soluciones, que se resumen en crear un plan de gestión para el control de los alérgenos en las cocinas de los restaurantes.
