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Exclusividad con ‘A’ de Arzábal

 Buscamos un concepto de negocio totalmente diferente, mucho más tranquilo, más discreto que Arzábal, en el que el cliente en determinada situación se encuentra mucho más cómodo: en una reunión, o en una comida o cena en la que quiere un poco más de discreción, otro tipo de producto un poco más alto seguramente en nivel o en precio. De ahí surge la idea. Iván y yo empezamos a ir a Londres, a ver el concepto de club que nos gustaba mucho, y hemos intentado adaptar el club a la filosofía española. Pero éste no es un club absolutamente restrictivo donde solo entran los socios”.

A se plantea como un espacio para ‘hacer relaciones’ al que se puede acceder sin ser socio, por lo menos a la primera zona de la coctelería, así como visitar sus instalaciones más ‘restringidas’. En dicha zona de coctelería, por supuesto, también se puede comer o cenar, con reserva previa. Pero es en la parte baja del club, en el salón, donde se desarrolla la auténtica filosofía para la que éste fue creado.

“Ésta es de uso exclusivo para los socios”, continúa Álvaro. “Socios o sus invitados. En este salón se puede comer, cenar, tomar una copa o un café… y es también donde se desarrollan actividades semanales, como catas, actividades culturales, etc”.

Entrada libre
Como explica Iván, para ser socio del club hay que pagar una cuota anual de 300 euros. “Eso te da la llave del local: la puerta de la calle se abre con un lector de banda magnética y el socio tiene la tarjeta con esa banda codificada, lo que lo capacita para entrar al local sin una reserva previa. Evidentemente, si quieren garantizarse un sitio, tienen que llamar, como cualquiera. Un máximo de cuatro personas puede hacer esa entrada libre: el anfitrión y tres invitados. Puede ceder su tarjeta hasta doce veces al año y participar en los eventos que organizamos que son sólo para socios. El abanico de actividades es amplísimo”.

Hoy, el club cuenta con unos 300 asociados, pero los dos emprendedores prevén que no sea descabellado hablar de 1.000 de cara al futuro. De los actuales, el 70% es o ha sido cliente de Arzábal, mientras que el 30% restante son usuarios nuevos, exclusivos de Club A. El ideal, manifiestan los fundadores, es que el porcentaje sea de un 50/50, “porque al final son locales son totalmente diferentes, perfiles diferentes y Club A está dirigido a otro tipo de target”, dicen.

“Sobre todo, manifiesta Iván, porque no es un complemento a Arzábal, es una opción a Arzábal. Objetivamente, sólo un 10/15% de cliente de Arzábal puede ser socio real del club, otro 10% llegará de manera residual, vendrán en algún momento, y el resto puede ser público que quizá se sienta un poco abrumado por este espacio. La clave para atraer nuevos socios está en seguir alimentando ese ‘gusanillo’ aspiracional de querer entrar sin saber qué hay. A la gente le gusta sentirse especial y el tener la tarjeta y abrirle a tus amigos, de repente, te hace más especial”.

Oferta gastronómica
En Club A se puede comer. De hecho, ese es uno de los puntos fuertes del nuevo espacio: que se come y se come bien. “Tenemos dos cartas, dice Álvaro. Una que llamamos la clásica, compuesta por lo que nosotros entendemos que es una cocina tradicional renovada, de mercado, en la línea de lo que tenemos en Arzábal, pero completamente diferente. Adaptada al espacio y al restaurante. Y luego una carta de cocina japonesa, un sushiman que está permanentemente en el restaurante, donde trabajamos cortes de pescado en crudo. Y, en breve, en esta carta entrarán también platos calientes. Y tenemos un coctelero extraordinario, una carta de cócteles impresionante, una selección de champán muy buena. Pero tiene que quedar claro que éste no es un sitio de copas: es un restaurante con una coctelería”.

“Estamos ante un club muy asequible y accesible para todo tipo de públicos, para todo el que desee estar en un espacio único en Madrid, matiza Iván donde, a nivel gastronómico, en muy poco tiempo seguramente sea un sitio único, tanto en cocina japonesa como en la tradicional. Y ahora mismo en coctelería, en Madrid, hay tres o cuatro locales nada más de este nivel. Lo mismo soy un poquito pretencioso, pero creo que ahora mismo, no hay nada igual a lo que hacemos nosotros en coctelería”.

“Hemos apostado por producto ‘top’, apostilla Álvaro. En alcoholes solo tenemos bebida premium o ultrapremium, no tenemos básicos de nada y por eso la calidad de la coctelería es altísima… Y en champán bueno, de todos es sabido que Iván y yo somos unos fans del champán y de beber champán. Lo hemos sido siempre y lo hemos introducido en las tabernas cuando en las tabernas era una cosa de locos hace cinco años servir el champán en copas y que la gente estuviera tomando unos callos y una botella de champán. Nosotros al final creemos que es ‘la bebida’ y sobre todo ‘la bebida’ en un sitio como éste”.

De hecho, la apuesta por el champán en Club A no es nueva. En Taberna Arzábal, se comenzaba con una carta de champán de 30 referencias que, en la actualidad, ha crecido hasta superar las 250. En Club A, ya son unas 150 referencias de champán que se dividen a partes iguales entre grandes casas y pequeños productores. Con precios que oscilan entre los 49 euros la botella hasta casi “volverse loco”.

“El problema de beber champán es que los precios son desorbitados, explica Iván. Primero que yo creo que muchas cartas no están realizadas con un criterio correcto: eliges los tres champanes altos, de las tres mejores grandes marcas que hay en champán y todos son a 450 euros. Pues claro, ¿quién va a pedir champán? No se puede pedir. Es mejor dar otras opciones que sean más asequibles. El problema, creo, hasta este momento, son las selecciones de las cartas que se hacen de forma muy festiva”.
Proyecto único

Lo que los dos empresarios tienen muy claro es que la aventura de Club A “no tendrá crecimiento como Arzábal. Nace y muere aquí. Empieza y termina donde estamos. Dentro de tres años no vamos a abrir otro A en la Moraleja o Barcelona… queremos que eso sea así. Esto no es Arzábal ni otros modelos de negocio en los que estamos trabajando. Aunque el proyecto podrá ser más grande a través de colaboraciones con otros clubes de este mismo nivel, del resto del mundo”, asegura Iván.

“Este concepto cierra lo que es la marca Arzábal. Este local, que es otro local diferente, cierra el concepto de empresa gastronómica que Iván y yo quisimos poner en marcha hace cinco años. Y suma. Al final la marca Arzábal, con este concepto de negocio tiene un valor. Ahora se ha asentado como un referente, un sitio de calidad donde se han creado dos tabernas importantes y otro concepto de espacio, diferente pero complementario, que hace que la marca sea mucho más potente”, explica Álvaro, que continúa “Éstos han sido cinco años muy intensos, cinco años apasionantes, y cinco años donde lo que Iván y yo nos sentamos el primer día e hicimos un modelo de negocio, hemos ido cumpliendo los plazos. El que ahora nos encontramos es un sitio mucho más maduro, que pasa a ser un clásico en Madrid y a nivel empresarial se ha creado una empresa sólida. Sin descuidar que nosotros seguimos todos los días cuidando el servicio… ahora trabajamos inclusive más que hace cinco años, pero con la misma ilusión y nuevos conceptos de negocio que el año que viene es posible que surjan… No sé si Arzábal va a crecer, lo que sí que va a crecer es Iván y Álvaro”. JAna I. García

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