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Equipos de frío, hacia el compromiso con el medio ambiente

De este modo, las actuaciones de las empresas hosteleras respecto a sus sistemas de frío (vitrinas murales refrigeradas, vitrinas expositoras refrigeradas, congeladores, neveras, cámaras frigoríficas, arcones, arcones bodega, etc) han de girar en torno a dos aspectos básicos: por una parte el consumo (pueden llegar a representar hasta un 65% del consumo eléctrico de un establecimiento); por otro lado, la emisión de gases nocivos.

Ahondaremos más sobre éste tema en próximos reportajes pero, a grandes rasgos, desde las empresas pueden llevarse a cabo diversas actuaciones para reducir el consumo energético de sus equipos de frío. Una primera debería llegar a la hora de adquirir dichos equipos, cuando es posible informarse de la eficiencia energética o no de los mismos, pero esto sólo es posible con equipos nuevos y no con los que ya se posee. Pero, con respecto a los equipos existentes, hay cosas que se pueden hacer. Por ejemplo, tener especial cuidado con el control del termostato, para evitar consumos innecesarios o llevar a cabo la revisión periódica de dichos equipos de frío. No sólo es importante revisar el contrato con la compañía eléctrica, sino evitar que el aparato realice mayores consumos de lo necesario con aperturas más frecuentes de lo que debiera, o quizá por la acumulación de escarcha en su interior. Además, los expertos afirman que si el equipo ha pasado la frontera de los diez años, es necesario plantearse la posibilidad de su sustitución.

Gases de efecto invernadero
Otro asunto especialmente relevante en torno a los equipos de frío, que desde esta publicación hemos empezado a tratar ya (ver número 181), no sólo en sus páginas, sino mediante una sesión especializada en la última edición de Expo Foodservice (ver número 183) es el de los Gases de Efecto Invernadero (GEI) y la nueva normativa que, sobre ellos, atañe a los equipos de frío (refrigeración y aire acondicionado) en hostelería.

El objetivo principal de esta nueva reglamentación, como explicaba Juan Romera, director general de CostOut Consulting, firma especializada en consultoría operacional y tecnológica, es reducir el impacto medioambiental que supone la emisión de gases fluorados de efecto invernadero (hidrofluorocarbonos HFC, perfluorocarbonos PFC, hexafluoruro de azufre o cualquier mezcla que contenga los anteriores), en un 80% en el año 2050 respecto a 1990. De camino a la reducción, la normativa fija nuevos tipos impositivos.

Siguiendo las recomendaciones de la Unión Europea en esta materia, los nuevos impuestos irán dirigidos a los fabricantes o mayoristas de estos gases, pero repercutirán en el precio final que pagan los clientes. Por ejemplo, el cliente hostelero, a la hora de la instalación y mantenimiento del aire acondicionado y neveras. Los impuestos se fijarán según el potencial de daño a la capa de ozono y algunos tipos de equipamiento no podrán usarse. Según se especifica desde la Agencia Tributaria, a la hora de para impuestos por dichos gases fluorados, “cuando una persona o entidad ejerza una misma actividad en varios establecimientos, tendrá asignados tantos códigos como establecimientos en que desempeñe la actividad”. JRN

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