La fórmula del nuevo espacio parte de recetas tradicionales, a las que se le añaden pinceladas de innovación a través de la fusión de ingredientes de otras culturas culinarias bajo la premisa de emplear la materia prima de mayor calidad. «Definimos nuestra cocina en Musakaya como cocina japonesa fusión con guiños a la cocina peruana y asiática», explica su responsable, el cocinero Javier Brichetto.
La carta es un juego de sabores y texturas. Está pensada para disfrutar de pequeños platos que se toman en dos o tres bocados. Se utiliza mucho el picante, desde los ajíes peruanos como el limo, el rocoto o el mirasol, al siempre obligado wasabi que se emplea en el sushi o el sashimi.
De los entrantes destacan las «Gyo-za de pollo asado con velouté y tartufo» o la «Croqueta que quiso ser rollito» (rellena de presa ibérica). De los platos fusión que salen de la mano de Brichetto merecen una mención el «Cebiche Nikkei» de corvina, aliñado con iozu y el «Tiradito de pez limón» con camu camu, crema de rocoto y quinoa souflé.