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La Tasquita de Enfrente, en busca de la casa de comidas actualizada

“Somos un establecimiento que no se encuentra en el término medio; los clientes o son incondicionales o no les gusta el restaurante”, nos indica Juanjo López Bedmar, propietario desde hace quince años de La Tasquita de Enfrente, el emblemático establecimiento madrileño que el año pasado cumplió 50 años de vida desde que su padre Serafín lo
inaugurara. Con este aniversario, asegura su dueño, “consideramos que habíamos llegado el fin de un ciclo y que se hacía necesario someter a una renovación a la parte formal de nuestro negocio”.

De esta forma, la llegada del verano supuso el comienzo de las obras de reforma del local en busca de un cambio “en reconocimiento y por respeto a todos nuestros clientes que nos han ido apoyando en todo este tiempo y también, en parte, para que ellos vieran que seguimos apostando por el proyecto aunque actualizándolo en la medida de nuestras posibilidades”.

El rediseño del local ha sido un asunto personal, reconoce Juanjo López: “Lo hemos concebido nosotros, con el apoyo de una empresa del barrio, Hermanos Conejero, que han desarrollado nuestra idea y se han ido encargando de ir coordinando todos los oficios para llevar la reforma hasta el final”.

A la hora de dar forma a los cambios, más que tener en cuenta unas directrices, Juanjo tuvo claro cuáles no querían seguir, ya que “uno, evidentemente, no entiende de todo y este rediseño lo afrontamos como si estuviéramos en nuestra casa, sin ninguna presión”. Así, prosigue, “observamos que todos los locales de nuestro entorno respondían o bien a la estética sueca con predominio de madera y mesas compartidas, o a un estilo puro, con luces muy tenues, muebles decapados imitando vintage. Todo tenía el mismo corte”.

Así, para dotar de una imagen diferenciada a un proyecto tan personal, los responsables de La Tasquita de Enfrente hicieron un ejercicio de imaginación para pensar “en cómo estaría decorada hoy una de esas casas de comidas madrileñas de los años 50, 60 o 70, que es lo que queremos seguir siendo y que van desapareciendo de la capital”.

El resultado, un ambiente apacible, sin pretensiones, cómodo y limpio para comer, “en el fondo, una especie de bistró francés de los que ahora abundan tanto en Nueva York en la zona de Brooklyn, que son más intimistas y donde el protagonismo lo tiene el cliente”.

En este nuevo ambiente, sin embargo, siguen estando presentes todos los elementos que forman parte de la historia del local, pero de una forma más ordenada. “Hemos ido poniendo todas y cada una de las obras que forman parte de nuestra historia y que nos llegaron como cesiones, regalos o detalles que tienen nuestros clientes con nosotros”.

A pesar del cambio externo y estético, enfatiza Juanjo, “internamente los entresijos, el corazón y los pulmones del restaurante siguen siendo los mismos; tomando el mismo pulso al producto para dar lo mejor de lo que encontramos a través de una cocina de mercado, de compra diaria y con todos los platos hechos en el momento” en una cocina nueva, renovada y más grande gracias a la colaboración de la empresa de equipamiento Madrid Hostelería.

En nuestra visita al local, a pocos días del reestreno, su propietario nos confiesa que el cambio ha sido acogido como un éxito por unanimidad entre una clientela que cuando se llena el local “alborota y mete menos ruido, imaginamos que por la decoración más limpia y los colores más suaves”.
Javier Mesa
Vïdeo de nuestra visita a La Tasquita de Enfrente

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