Por Jon Giraldo y Jaime Lieberman, responsables de Grupo Spoonik
El grupo Spoonik surgió como proyecto de autoempleo de dos chefs, Jon Giraldo y Jaime Lieberman allá por el año 2013. Nacer en plena crisis te hacer vivir al límite y la previsión, la gestión y la creatividad se convierten en tu hábitat natural.
Estamos viviendo un momento muy particular y los que vienen no lo serán menos, puesto que habrá que hacer un ejercicio profundo para identificar las herramientas que tenemos para salir de esta batalla que más parece una guerra. Por eso cuando en esta ocasión tomamos la decisión de confinarnos, antes de que fuese obligatorio lo hicimos con la confianza que te da el haber sido previsores.
Hoy en día esta crisis no trata sólo de selección natural y de capacidad de adaptación, con el poso de resignación que eso implica, nos habla de resiliencia. No es un simple cambio, son semanas de encierro en donde ha aflorado lo mejor de nosotros y lo peor de algunos pocos, pero somos muy pragmáticos y creemos firmemente que si existe solución no hay que preocuparse.
Quiénes somos y quiénes queremos ser
Uno de nuestros fuertes como grupo gastronómico eran ya el Delivery y el Take Away, pero aún así decidimos hacer un ejercicio responsabilidad con nuestro equipo y nuestros riders ya que también ellos tenían todo el derecho de protegerse y confinarse y dedicar este tiempo a proyectar el futuro. Ahí comenzó un ejercicio de introspección y análisis de quiénes somos y quiénes queremos ser como empresa y redescubrir los valores que como restaurador queremos transmitir a la sociedad, a tus comensales y a tu equipo. Es el momento de presentarse como personas, no solo como empresarios.
Nunca el público ha estado tan sensibilizado como ahora con contenidos emocionales, no solo la bonita historia que tengas que contar con cada plato sino quienes somos como personas y como nos interrelacionaremos con ellos.
Una vez que tienes claro quién eres, debemos de dejar la búsqueda de culpables sobre la pandemia, nadie tiene la culpa de una pandemia y ya llegará el momento rendir cuentas, pero el tiempo perdido en buscar culpables sólo sirve para arremeter con rabia y perder tiempo y energía en maldecir. Todo eso no nos sacará de la situación que tenemos, hay que centrarse en mantener a flote algo tan bonito como la hostelería.
Trabajo y esfuerzo
Hemos asumido que la factura del Covid-19 no se la podemos pasar al estado protector, sino que tendremos un tiempo de pérdidas, otro para mantenernos y en algún momento saldremos a flote, pero esto no es cuestión de plazos, sino de trabajo y esfuerzo.
La salida de esta crisis tiene un componente emocional, las medidas de protección que marquen las autoridades sanitarias no nos harán ganar la confianza de nuestros clientes, no seremos mejor aceptados por que huela a desinfectante. Tampoco nos ayudará una guerra de precios, si bajamos precios le diré al público que antes los tenía hinchados y en hostelería los márgenes son muy ajustados como para operar a pérdidas. Bajar la calidad tampoco es una opción.
Nuestra estrategia pasa por cuidar y atender como alguien especial al cliente, con cortesías como invitar a una primera caña o una ración de nachos que tanto echaban de menos durante el confinamiento, dar un descuento para que vengan otra vez con un amigo y adaptar nuestra propuesta para que sea más divertida. Ahora sí menos, es más, la sociedad no verá con buenos ojos el derroche en artificios, invertiremos en calidad y honestidad.
Bienvenidos a la #anormalidad.
