Grupo Vespok, fundado en Madrid en 2014 por Álvaro Aguiar, Pablo Casas e Ignacio Suárez de Toledo, presenta su nuevo proyecto en la capital, el restaurante Casa Vito, situado en la Calle de Juan Bravo, 43. Un italiano informal en el que buena comida, música y diversión van de la mano.
En plena expansión, con una veintena de marcas y cerca de 200 empleados, la actividad de Grupo Vespok está diversificada en varias líneas de negocio: hostelería (con los restaurantes El Rincón de Vespok, Pólvora, Salitre y Casa Vito y el delivery Bomba), ocio nocturno (Bardot y Green), eventos (Madera y Vespok Eventos) o producción musical (Voltereta), entre otras.
Su nuevo restaurante se inspira en Vito, un napolitano gordo, carismático y vital que invita al cliente a que forme parte de la famiglia, se siente a la mesa, se ponga el babero y ataque los espaguetis con albóndigas de la mamma, las pizzas clásicas de masa fina y la cremosa tarta de queso. Y por las noches, arranca el piano-bar y un micrófono pasa por las mesas para que quien quiera se arranque a cantar.
La inspiración italoamericana, esencia de Casa Vito
Casa Vito está inspirado en la estética de ciertos restaurantes italoamericanos como los de la mítica cadena estadounidense Buca di Beppo, con fotos en blanco y negro en las paredes, donde sale el bueno de Vito con actores, cantantes y otras celebrities, y mesas divertidas perfectas para grupos.
Con capacidad para unos 100 comensales, está repartido en dos pisos, con varios ambientes, como una casa: su cocina con mesas, su salón con biblioteca… Hay detalles como el caballo de tiovivo antiguo, la lámpara de araña y los papeles de pared que enamorarán a más de uno.
También cuenta con una terraza cerrada a pie de calle, con ocho mesas más. Además, uno de los mejores momentos en Casa Vito es el tardeo.
La cita es los sábados después de comer, cuando la sobremesa se alarga con una copa de clásicos italianos y música en directo.
Sobre los manteles de cuadritos blancos y rojos, cocina casera sencilla. Pastas clásicas servidas en las típicas vajillas de acero esmaltado blanco y azul, y pizzas de masa fina. Además, ensalada César, vitello tonnato, focaccia de verduras… Y, para terminar, tiramisú o tarta de queso con un toque ahumado.
