Ahora toca ser solvente

Dicha política se resume en una palabra: solvencia. No se entiende mucho que, después de que el Gobierno ha inyectado veinte mil millones de euros y prometido otros treinta mil para mejorar la liquidez de bancos y cajas, sin contar con los trescientos mil que el Estado está dispuesto a avalarles, nuestros intermediarios financieros concluyan que “no hay demanda solvente”.
O sea, que disponiendo de liquidez para conceder préstamos a un coste muy apetecible por el margen que les queda por operación, la cual está sujeta a unas comisiones que podríamos tachar de “salvajes”, ahora resulta que hay que ser solvente.
Pero ¿cuándo es uno solvente? ¿Habrá que ver Wikipedia Bank para enterarse?.
Porque, mientras tanto, pequeños operadores independientes que simplemente aspiraban a que se les renovara una póliza de crédito han tenido que cerrar, como lo están haciendo nuevos distribuidores especializados en foodservice. Eso, sin hablar de franquiciadores que se han quedado sin nuevos franquiciados en la red, o sucursalistas medianos, que no han visto renovar sus pólizas para financiar la apertura de nuevos locales. Con la no concesión de préstamos se está emborronando un paisaje que prometía ser un pilar de la economía española.
Hasta el ministro Sebastián amenaza a la banca. El mal está hecho. La banca se ha cargado, entre otros, a los distribuidores. Y los operadores independientes se refugian en los C&C especializados en hostelería. Lean si no.