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Atrio, Premio FAD de Arquitectura 2011

Gracias al trabajo llevado a cabo en Atrio, los arquitectos responsables: Emilio Tuñón y Luis Moreno Mansilla, han ganado el premio FAD del 2011. Unos galardones creados en el año 1958 con el objetivo de impulsar las corrientes de vanguardia. Este premio se ha conseguido junto al edificio Dos Casas en Lisboa, Portugal.

Situado en la plaza de San Mateo, cerca del Aljibe y con vistas a la iglesia de San Mateo, el de Atrio es, probablemente, uno de los edificios más singulares de la arquitectura actual. Está planteado en dos alturas, más un sótano donde se ubica la bodega, “la joya de la casa”, y un espectacular ático con dos pequeñas piscinas que ofrece una privilegiada panorámica de la ciudad monumental y, más allá, de la sierra de Gredos y el castillo de Montánchez. En su exterior conserva la fachada original de una casa familiar, con sus muros de mampostería (algunos del siglo XVII), sus vanos y elementos restaurados que se integran a la perfección con el entorno histórico. En el interior está la sorpresa: una moderna estructura de jambas rectilíneas que ofrecen un mágico y cambiante juego de luces naturales en las estancias comunes del hotel.

Las paredes de roble lacado en blanco, los suelos de granito negro y los muebles y revestimientos en madera natural contribuyen, junto con la iluminación, a crear una sensación predominante de calidez y serenidad. En la decoración sobresalen las más de un centenar de pinturas originales de artistas de la talla de Andy Warhol, Antonio Saura, Antoni Tapies, Georg Baselitz, Candida Höfer, Gerardo Rueda o Thomas Ruff que cuelgan de sus paredes, y el mobiliario, de diseño danés, con sillas de Nanna Ditzel y Hans Wegner, sofás de Erik Jorgensen o lámparas de Arne Jacobsen.

Reconocimientos como los FAD se dirigen a personas, entidades o instituciones que hayan presentado, antes del 1 de febrero, obras terminadas durante el año anterior en el territorio de España y Portugal. Cinco familias de obras conceptualmente diferentes son las susceptibles de ser premiadas: arquitectura, interiorismo, ciudad y paisaje, intervenciones efímeras y pensamiento y crítica.

El jurado, que tuvo que emitir su fallo entre 498 trabajos que aspiraban al galardón, destacó la «reinterpretación sugerente» del edificio rehabilitado por los arquitectos Emilio Tuñón y Luis Mansilla (Premio Nacional de Arquitectura 2003 y Premio de Arquitectura Contemporánea de la Unión Europea “Mies van der Rohe” 2007), en Cáceres, ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1986.

El hotel dispone de catorce habitaciones, nueve dobles y cinco suites, todas ellas con grandes ventanales (incluso en los baños) y equipadas con todo lo necesario para no querer salir: bañera gigante y ducha de efecto lluvia, climatización individual, pantalla Apple con televisión y ordenador integrados y, lo mejor, camas tamaño king size, con cuatro almohadas de plumas y sintéticas, sábanas de 500 hilos de algodón peinado y colchones americanos de máximo confort. Las ‘amenities’, personalizadas para el hotel, son de la boutique italiana La Bottega dell’Albergo y las toallas y sábanas de la firma milanesa Frette (de los mismos dueños de La Perla).

Alrededor de un restaurante
Pero la piedra angular del establecimiento es el restaurante. La estancia en torno a la cual gira la vida y la disposición del conjunto y el lugar donde abandonarse definitivamente al placer: el restaurante Atrio, un dos estrellas Michelín que ha convertido a la modesta ciudad de Cáceres en un referente gastronómico incluso a nivel mundial y que ahora cuenta con un nuevo escenario de ensueño.

La sala es un espacio mágico donde la luz juega un importante papel: de día entrando por las ventanas que dan al atrio del hotel y a un pequeño patio ajardinado, donde se puede desayunar y cenar en verano y donde Toño Pérez cuida con mimo madroños, naranjos y plantas aromáticas; de noche con una cuidada iluminación focal con focos de Erco que crean una atmósfera casi de museo. Cuenta con 16 mesas, todas bien espaciadas, mullidas y redondas (menos una rectangular para grupos ubicada en un semi-privado). En el centro, una gran mesa compuesta por múltiples mesitas de servicio, que en las horas de ajetreo se desmonta como una auténtica performance, y en las paredes, de blanco impoluto, un Saura, un Baselitz y un cuadro del catalán Ignasi Aballí dan la bienvenida al comensal. JRN

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