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Carlos Tejedor ‘tira’ de La Máquina

Es uno de los empresarios de alta hostelería de mayor éxito de nuestro país. Sus locales son sinónimo de calidad de productos, ya se hable de mariscos, pescados, carnes o arroces. Abrió su primer restaurante en el año 1982 con la sana intención de poder comer a gusto cuando lo hacía fuera de casa. Aquel local, La Máquina, fue el germen que ha dado lugar al grupo de restauración del mismo nombre, que se ha convertido en un referente en la gastronomía madrileña. La llegada a los puestos de máxima responsabilidad del grupo de la segunda generación, encarnada fundamentalmente por su hijo Carlos, ha supuesto un revulsivo para el negocio, que se encuentra inmerso en un plan de expansión en el que la carne va a jugar un papel fundamental.

Se dice que “la cabra siempre tira al monte” y esta sencilla expresión de la sabiduría popular sirve para explicar por qué Carlos Tejedor se ha centrado en el mundo de la restauración, tras no pocos avatares en otros campos. Lo lleva en la sangre. Sus padres poseían una casa de comidas en Medina del Campo (Valladolid) desde los años treinta, con especialidades de caza que suministraba Nemesio Tejedor – padre de Carlos -, quien gustaba de las artes cinegéticas. Un poco por genes, un poco por lo mucho que le divierte, Carlos Tejedor ha terminado en esto. “¡Qué bien me lo pasaba de camarero!”, exclama recordando viejos tiempos.

Sus padres pronto se trasladaron a Asturias y de allí se siente él. A los once años empezó en trabajos como aprendiz, botones,… A los quince, de camarero en El Tropical de Oviedo, “la cafetería-restaurante más importante del norte de España”, decía en su publicidad. Antes de ir a la mili, como tantos españoles, marchó a Suiza a probar suerte en un hotel. Tras el servicio militar recaló en Palma de Mallorca que por aquellos entonces era “El Dorado”. Una idea que luego resultó ser equivocada; mucho trabajo y poca propina que, por aquel entonces solía doblar lo que se cobraba de sueldo. Apenas duró unos días en el establecimiento que le había contratado.

La vida de Carlos Tejedor entonces dio un giro importante y comenzó una etapa de actividad comercial pura y dura; tan dura como vender libros recorriendo la isla en moto. De ahí, a las sopas de Gallina Blanca. Resultó que logró el honor de ser “vendedor del año”, le ascendieron y tuvo que trasladarse a Barcelona para abrir allí la división de hostelería de la marca. Volvió a Asturias, trabajó allí también como vendedor en un laboratorio y terminó como director comercial de la división de papelería de Papelera Española.

La vena emprendedora
Un buen día decidió romper con aquello al ver una oportunidad de negocio en los supermercados. Junto a algunos de los accionistas de su anterior trabajo inició una marcha imparable con un primer autoservicio en Logroño de lo que al cabo de los años sería una cadena de 65. Operaba bajo las marcas Kanguro, Campeón, Elco,… Por si fuera poco, Tejedor fue creando otras empresas: comercializadora de licores, conservera, constructora,… “Siempre tengo que estar en movimiento”. Lo asegura él y a tenor de su curriculum nadie puede ponerlo en duda. En 1999 se deshizo de la última de estas sociedades, cuando ya el grupo de restauración La Máquina estaba plenamente asentado en Madrid. Durante un tiempo, sin embargo, siguió compaginándolo con su faceta de promotor de centros comerciales.

Confiesa que se le ocurrió volver a sus orígenes hosteleros por contar con un sitio de reunión: “comíamos hoy en un sitio, mañana en otro,.. por qué no tener nuestra propia casa”. Esa primera casa fundada en 1982 junto a los socios propietarios del restaurante Neguri fue La Máquina de Sor Ángela de la Cruz. “Fue un poco entre añoranza y hobby – afirma Tejedor-. Yo me lo he pasado genial trabajando en hostelería”, y expone las siguientes razones: “Hay muchas cosas que te da la hostelería. Yo tuve acceso siendo un crío de conocer a gente importante. Era amigo del director general de la policía o del gobernador civil de Asturias. Nunca hubiera tenido esa posibilidad, de no haber sido por eso”.

Retomando la historia… llegó un momento en el que sus socios vascos decidieron vender su participación en el negocio y Carlos Tejedor se convirtió así en el único propietario. En 1988 afronta una reforma total en todas sus instalaciones, ampliando su comedor con una zona de barra e instalando un gran vivero de mariscos, a los que debe hoy buena parte de su fama.

El resto de la cadena
Tejedor admite que “huye de la cocina creativa”.No es lo suyo. “Está en las antípodas de mi pensamiento (…) Eso no quita que si alguno de mis hijos tiene esa idea, lo haga”, afirma. El corte de los seis restaurantes que por el momento posee en la capital es el de la cocina tradicional basada en una materia prima de excepcional calidad y con un precio siempre a partir de cuarenta o cincuenta euros. En La Máquina además de los mariscos y pescados, tienen como especialidad las fabes.

Los 160 asientos de La Máquina de Sor Ángela de la Cruz se quedaron escasos, así que en febrero de 2002 vió la luz Casa Nemesio, un poco mayor que su predecesor. Ubicado en el Paseo de la Castellana, en él sobresalen además del marisco, los arroces.

Dos años más tarde, llega Puerta 57 dentro del estadio Santiago Bernabéu, con unas espectaculares vistas al campo y sitio para 250 comensales distribuidos en dos comedores, dos salones privados y las mesas que rodean la gran barra. El capítulo culinario, en línea con la trayectoria del grupo, está centrado en la cocina de la de toda la vida y los guisos caseros. Del interiorismo se ocupó el ínclito García Vinuesa con un estilo recargado que después se aligeró. Destacan los mármoles y maderas nobles, así como las alfombras de la Real Fábrica de Tapices o la lámpara que cuelga sobre la escalera central, obra de la Real Fábrica de Cristales de la Granja.

A la conquista del templo futbolístico merengue, el Grupo La Máquina estrenó su segundo local en este emplazamiento hace poco más de un año, inaugurando además un nuevo concepto: el de asador. Se trata de El Asador de la Esquina, que como el Puerta 57 posee unas espectaculares vistas al campo de fútbol y un aforo similar. Su cocina está especializada en piezas nobles de vacuna a la parrilla, pescados a la brasa, y asados al horno. La idea de un asador madrileño fue de su hijo Carlos que pensó que ya que en Madrid hay gente de todas partes era conveniente hacer un local para carnívoros donde se fusionasen los dos principales tipos de asadores – vascos y castellanos – y donde además se pudiesen probar los platos más castizos. “Queríamos que confluyese todo, el chuletón vasco, el cochinillo castellano,… y otros platos tradicionales que hoy no son muy comunes”.

Poco después, en abril de 2007, llegaba La Máquina de La Moraleja, en este exclusivo entorno residencial y de negocios, con 200 asientos y la misma línea gastronómica que su hermano mayor aunque potenciando pinchos, raciones, la plancha y las frituras.

Lo más reciente, ha sido la inauguración del Asador Madrileño, enfrente del restaurante originario del grupo, es decir, en el lado contrario al de La Máquina en la calle Sor Ángela de la Cruz, que a la oferta de carnes ha añadido recetas en desuso como los “Soldaditos de Pravia”. “Queríamos que confluyese todo, el chuletón vasco, el cochinillo castellano,… y otros platos tradicionales que hoy no son muy comunes”, asegura Tejedor. Se rinde homenaje también a restauradores de Madrid con platos como las “Patatas con huevos al estilo Casa Lucio” o la “Tortilla de patata a la manera de José Luis”.

En edad de crecimiento
Este primer Asador Madrileño es sólo la punta de lanza para este concepto. El segundo llegará en otoño de este año, al lado de Casa Nemesio, y un tercero, todavía en fase de proyecto, estará ubicado en la Plaza de la Moraleja, muy cerca de La Máquina de la Moraleja. Carlos Tejedor no descarta tampoco abrir algún día una pizzería, que podría estar, sin ir más lejos, en el Santiago Bernabéu. Tejedor asegura que, sin embargo, tiene dos espinitas clavadas: el Barrio de Salamanca, donde por precio o condiciones aún no ha logrado conseguir un local a su gusto, y Barcelona, donde vivió en su juventud y piensa que podría cuajar su forma de entender la hostelería.

De sus siete hijos, cinco trabajan en el grupo, pero él sigue siendo la cabeza (no muy visible, pues no le gustan los medios) del Grupo. “Lo que vale es estar todos los días encima del negocio. Algunos montan un restaurante y piensan que por llevar a los guapos y famosos llenarán siempre”, espeta este emprendedor autodidacta que come el 80% de los días en alguno de sus restaurantes como forma de saber lo que en ellos se cuece.l
Elia García

Tiempos difíciles
La crisis (o desaceleración, dependiendo de quién lo cuente) está empezando a notarse, según Tejedor, sobre todo en las noches y más que en visitantes, en la bajada del ticket medio. “La gente actúa de forma inteligente cuando tiene que apretarse el cinturón y comparte más los platos”. “De momento – continúa – es una caída suave, pero no sabemos hasta dónde llegará”. En consulta a los proveedores, para él un gremio muy fiable, “dicen que han bajado mucho más que nosotros”.

Las cartas de los restaurantes del Grupo hasta ahora no han sufrido cambio de precios en alimentación pese a la escalada de precios en la materia prima, aunque sí han subido las bebidas.

Otro problema de la hostelería madrileña, del que no se libra el Grupo La Máquina, es el de la lentitud burocrática. “El local del Paseo de la Castellana, escriturado hace tres años, tiene licencia de obra desde hace sólo dos meses”.

A nivel sectorial, se lamenta Carlos Tejedor del poco asociacionismo que existe:”Como hostelero me gustaría poder dialogar con mis colegas y comentar lo que ha bajado la noche o cómo podríamos sacar más margen…”. Continúa, “si estuviésemos más unidos podríamos hacer mucha más presión a la Administración, para crear oficina de compras, para negociar, en el ámbito jurídico, etc… Pero no hay unión. En AMER (Asociación madrileña de empresarios de restaurantes) pagamos sesenta euros al mes. No me importaría pagar un poco más para tener personal cualificado y tener más capacidad de actuación”.(www.grupolamaquina.es)

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