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Comprender a los demás. La información es poder, la formación es crecimiento

Estas palabras me quedaron grabadas y me convencí de que para comprender a los demás lo mejor era haber vivido sus experiencias.

En muchas ocasiones hemos generalizado que los directivos son capaces de conectar con un amplio abanico de señales emocionales. Saben escuchar, motivar, transmitir, comprender la perspectiva y mensajes de los demás.

Una amiga del sector de la restauración, me comentó la semana pasada: “¿De verdad existen estos directivos? ¿Dónde se encuentran estos directivos? Como teoría es así, pero en la práctica el directivo resolutivo, capaz de tomar decisiones, actuar de forma proactiva a los hechos y no reactiva a las situaciones, que escucha los diferentes puntos de vista considerando que ninguno tiene el don de la verdad absoluta y, sobre todo, que como directivo que es se rodea de cabezas pensantes, no simples brazos ejecutores y se comporta como un líder de su equipo, lo cuida, sabe gestionar y motiva para obtener los mejores resultados… ¿Dónde está?”
No es una hipotética situación. Nos muestra que, a veces, no sabemos ponernos en el lugar de los demás. Pero deberíamos recordar en qué momentos hemos vivido una situación similar. Ponernos en el lugar del otro con la emoción y la razón. Ser capaces de ayudar a los demás. Pero, ¿realmente sabemos hacerlo y sabemos ponernos en el lugar del otro?.

Empatía y asertividad
Debemos plantearnos si la empatía y la asertividad son competencias válidas para comunicarnos con los demás, como comentaban Carl Rogers, Howard Gardner, Steven Covey y Coleman. Me gusta escuchar. Me gusta ser escuchado. Cuando no puedo escuchar me siento muy mal conmigo mismo. Cuando los demás no comprenden siento frustración. Saber encontrar la autenticidad en los demás. Valorar la comunicación y las relaciones interpersonales.

Pensamos que la empatía posibilita que el directivo se lleve bien con personas procedentes de niveles diferentes en la organización y culturas distintas.

En diferentes ocasiones hemos conocido directivos que, en cinco segundos y apoyados en la puerta de su despacho, se han atrevido a darnos un consejo frente a una situación que nos ha podido generar largas noches de insomnio. Pero, superman directivo, responde con su eficiencia habitual. En cinco segundos y con una trayectoria interesante en humanidades, nos da su solución. Debemos reflexionar antes de aconsejar. Tengamos en cuenta que la persona necesita ser escuchada y comprendida. No espera tácitas órdenes de su superior.

Frenar la amígdala es positivo en muchas ocasiones. La humildad del directivo es circunstancia escasa en esa categoría humana. No olvidemos que relativizar un problema humano puede generar una reacción contraria y desasosiego.

Intentemos escuchar sin juzgar opinaba C. Rogers. No relativicemos nuestros caprichos y controlemos más la amígdala de las emociones. Mostremos más carácter. Aportemos comprensión y ayuda a las personas en estas circunstancias socio económicas. No aconsejemos con tanta facilidad. Pongámonos no sólo en su circusntancia, en su piel, sino, sobre todo, en su cerebro, emociones, sentimientos y corazón. Preguntémonos en esos momentos, ¿Por qué nos necesita?

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