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Del concepto de taberna, al de bistró francés

Hace aproximadamente siete años, abrió sus puertas El Pepinillo de Barquillo pero no fue hasta finales del año pasado cuando sus nuevos dueños se hicieron con el local y se llevó a cabo el cambio en su carta. Estéticamente, se mantuvo el color verde predominante en el establecimiento, pero la oferta gastronómica se renovó por completo. El objetivo: alejarse de la vieja idea de taberna española, para acercarse más al concepto de bistró francés.

Según palabras de Alberto Moya, actual dueño de El Pepinillo, en la anterior carta del restaurante faltaba cohesión. Había que cambiarla profundamente porque tenía muchos platos, pero éstos se mezclaban “sin ton ni son”. La carta se cambió y a ésta, que se nutría de un producto “muy bueno”, se la acompaña en la actualidad de un ambiente acogedor, aderezado con excelentes profesionales.

De lo que se trata en El Pepinillo es de comer bien y tal y como lo exigen los tiempos actuales: adaptándose a las nuevas necesidades del comensal que, por ejemplo, además de comer quiere aprovechar el parón de medio día para otras actividades como ir al gimnasio. Así, el local pone a disposición del cliente medias raciones y, especialmente para la comida, la opción de degustar un buen guiso. Habiéndose convertido éstos en una de las mayores apuestas de los nuevos propietarios.

Platos contundentes,como las lentejas con perdiz, o los tradicionales callos a la madrileña, obra y gracia del buen hacer del chef Carlos de los Reyes, pueden alternarse con otras opciones como entrantes como el foie mi-cuit con cebolla dulce, o la mojama de atún con almendras. Para los más sanos y los amantes de las ensaladas, la carta de El Pepinillo contempla opciones como la ensalada de escabeche de codorniz, el carpaccio de buey con rúcula, o la ensalada de queso de cabra con vinagreta de higos y romero.

Carnes y pescados
La oferta de pescados es breve pero bien escogida. El comensal de El Pepinillo puede optar por una buena corvina estofada con verduras, aceitunas y tomillo, o por un bonito con pimientos y vinagre de Jerez. O si lo prefiere, decantarse por la carne. Rabo de toro estofado, steak tartar de solomillo, solomillo de cebón con patatas y verduras o las chuletitas de cordero con mollejas estofadas, satisfarán el apetito de los más carnívoros.

Y como colofón, el postre, que enigmáticamente queda denominado en la carta como postre de la casa, para acabar con un dulce sabor de boca una comida que, basándose en el producto, aparta a El Pepinillo del concepto de clásica taberna española, para acercarlo al del bistró francés.

Todo ello regado con las aproximadamente cincuenta referencias de vinos (más algunas fuera de carta y sobre las que es recomendable consultar), todos ellos españoles, que ofrece el local que, además, pone a disposición del comensal una carta de champagnes y cavas bastante amplia. l

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