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Diversión y pasta por poca pasta

Lo primero que sorprende al comensal son los expertos cocineros que golpean, estiran y dejan que se enrolle en el aire la masa hasta convertirla en finos fideos chinos tras un recinto acristalado que se divisa desde toda la sala. Y lo segundo, el ambiente desenfadado y cosmopolita de Wagaboo, al más puro estilo Ignacio García Vinuesa, dominado por el magenta y los colores cálidos, haciendo honor al apellido de “Fun Eating”. En cuanto al curioso nombre de Wagaboo, en principio los Domínguez pensaron en Bugaboo, un nombre de tradición familiar, según Borja, que en inglés viene a ser ‘bicho simpático’. Al estar ya registrado, la cosa quedó en Wagaboo. “A nivel de marketing queríamos un nombre largo, divertido e incluso difícil de deletrear”, comenta.

Y hablando de la otra pasta, los precios bajos son otra de las características definitorias de este concepto. Para Borja Domínguez, “El pilar de Wagaboo es dar de comer con calidad. Comer como en el NoDo pero a precio de McDonald’s”. Y no anda muy alejado teniendo en cuenta que dispone de tres menús diarios distintos, el Waga, por 8,45 euros; el Light a 9,40; y el Business a 13,80 euros, mientras que una comida o cena a la carta sale por unos quince, con opción de elegir entre diez primeros, veinte segundos, otros diez postres caseros y veinticinco vinos.

Podría empezar el festín con unos Langostinos funky o una Ensalada de pera; y de segundo, algún plato de pasta, de inspiración asiática como el Curry La-mien; o italiana como los Fetuccine al limone.

El manejo de la pasta es un trabajo cualificado, tanto que los dueños de Wagaboo están montando una escuela de formación para la-mien, la variedad que elaboran a la vista. Para finalizar, se podría elegir de postre, por ejemplo, Pasión de queso, con mousse de mascarpone y fruta de la pasión.

Un desafío para los Domínguez
Wagaboo ha sido el resultado del esfuerzo por igualar o superar The Wok, el concepto con el que José Luis Domínguez y sus hijos Borja y Alfonso se dieron a conocer en el dinámico panorama de la restauración madrileña. Les salió redondo. Un año después de su creación, con cuatro locales abiertos, los dueños, en principio reticentes a vender, llegaron a un acuerdo con el grupo Vips.

José Luis Domínguez, padre de los hermanos Borja y Alfonso, es un hombre de negocios de toda la vida y socio de una cadena de restauración importante de cuyo nombre Borja Domínguez prefiere no acordarse. Hace casi tres años que surgió la inquietud de crear algo nuevo y se lo tomaron tan en serio que comenzaron a explorar y absorber ideas, junto al asesor gastronómico Luis Sauco, en Estocolmo, Londres, Nueva York,… Pero fue en Australia, comenta Borja Domínguez, donde conocieron esta especie de sartén china que es el wok. “Vimos lo que daba de sí, y cómo se podía preparar una cocina rápida y sana, así que todo lo que hicimos posteriormente fue con vistas al wok”. Lo primero, necesitaban un especialista. Pusieron un anuncio en un periódico chino y ¡voilá! reclutaron al jefe de cocina que guiaría los pasos gastronómicos del restaurante. Y así surgió la primera aventura de restauración de la familia, descrito por ellos como “un restaurante de cocina natural y ágil, con cocina a la vista, decoración informal y elegante y precios imbatibles”. Los mismos principios que aplicarían posteriormente a Wagaboo.

Pioneros no en utilizar el wok, pero sí en mostrárselo al cliente, con ocho wokeros en plena faena, Borja Domínguez aclara que la razón de incorporar esta exhibición es “eliminar las sospechas del cliente, y más cuando se trata de cocina asiática; y dotar de un poco de espectáculo al restaurante”. A los responsables del grupo Vips, a los que no se puede negar su olfato para nuevos conceptos de éxito, les llegó el aroma a dinero de The Wok y el 7 de abril de 2005 firmaron su compra con los Domínguez.

A partir de ese momento, el objetivo fue intentar igualar o superar a The Wok. Todo un reto. “Al día siguiente de vender me fui a Nueva York, y luego a Shangai y Pekín, a buscar por dónde va la hostelería porque necesitábamos aportar otra novedad”, cuenta Borja Domínguez. Y del cóctel de ideas recogidas de los viajes resultó el primer Wagaboo.

A pesar de lo difícil que es encontrar en un sector maduro como la hostelería una diferenciación, Borja Domínguez, cree que ellos lo han conseguido. Pero el reto continúa. Sin haber cumplido un año, Domínguez trata de conseguir que Wagaboo” sea el sitio donde mejor se come pasta de todo tipo en Madrid”. (www.wagaboo.com)

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