Cuando en 1979 un grupo de profesionales liderados por Miguel Escobar (¡felicidades! por el 30 aniversario de tu gran creación) y empresarios como Federico Riera Marsá nos sentamos a trabajar para bautizar a los que hoy son los hijos (sectores) mayores de Alimentaria, nos olvidamos de la hostelería.
Y eso que la perspicacia de Escobar ya había facilitado que en la primera edición se celebrara un histórico seminario organizado por los econométricos profesores Pulido Sanromán y Villazón, a la sazón directivos de Macrométrica, consultora del momento, para hablar de la “Problemática de la Alimentación en los Centros de Gran Consumo” y que en la siguiente, en 1978, el profesor Varela y sus colegas, además de los tecnólogos del CSIC y en especial del IATA de Valencia, dictaran las primeras charlas sobre la alimentación y el cook-chill (técnica que sigue aún repudiada por la mayor parte de la hostelería española). Un tercer intento fue, ya de la mano de Luis Bettonica, presentar en sociedad a lso Pedro Subijana del momento en Alimentaria. Emergían los primeros chefs españoles para dar repuesta al empuje de la nouvelle cuisine. Por otra parte Llorenc Torrado recorría toda Cataluña las recetas de su abuela
Pero eran los años ochenta y el retailing en España estaba de moda. Eran años en los que los Cancelo, Carbó, Elías, Rubio, Montserrat, Roig, Merry del Val… forjaban los imperios empresariales que asientan hoy la distribución moderna en España, con el permiso de El Corte Ingles y el, hoy, Carrefour, y claro, cuando llegaba Alimentaria, sólo había una lectura para la feria.
Por aquella época Yves Sinclair y Fernando Abadíaya ejercían el apostolado a través de una serie de charlas y se convertían en mensajeros del cambio y yo en su principal converso.
Y en los noventa, la cosa cambió. Escobar se dio cuenta que con la elección de Barcelona para los Juegos Olímpicos, el comer fuera del hogar y las soluciones para hacerlo masivamente, no pasaban por el híper y empujó a un grupo de sus más directos ex colaboradores a organizar el sector denominado Caterama en 1994 .
La iniciativa no recibió más que parabienes: stands modulares en un pabellón colectivo con empresas desconocidas especialmente en foodservice que hoy son líderes en dicho mercado; desayunos de trabajo con quienes están llamados a ser hoy los líderes de tan pujante sector; y almuerzos con menús regenerados in situ procedentes de la las barquetas de Anfitrios (hoy Áreas).
Pero llegaron tiempos de cambio y la siguiente edición los notó. Más aún en 1998 cuando la nueva propiedad y dirección de la feria decidieron cambiar el nombre del sector y su orientación, emergiendo Restaurama, cuyas primeras singladuras notaron la falta de conexión con un sector que precisaba de más pegamento imedio que los jarrones de mi abuela.
Sin embargo, con la ayuda de un mercado en efervescencia, las buenas maneras de Antonio Llorens al frente de su comité de trabajo y el apoyo de algunos de sus hermanos mayores(Intervin) y menores (Congelexpo), que han venido a hacerle compañía a Montjuich-2, Restaurama posee en el 2006, si no visos de convencer y ponerse de largo, al menos sí de ser el pívot de ese equipo de basket por donde pasan todos los balones, en este caso visitantes profesionales de la hostelería.
A Restaurama le siguen y seguirán faltando muchas, muchísimas cosas, pero no hay por que preocuparse. Será el mercado, y en especial la demanda, la que en muy pocos años hará que el coach empresarial que dirija este gran proyecto ferial que es Alimentaria, le dé la responsabilidad que hoy no puede asumir ante la grandeza de los componentes de su familia. Los cuales, sin darse cuenta, irán poco a poco orientando su oferta expositora hacia el foodservice, de tal manera, que toda Alimentaria será una pura feria de foodservice, y Restaurama el buque insignia de ella. l
