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Fiestas de cinco estrellas

Celebrar los momentos más típicos de Navidad en un hotel de lujo es ya para muchos una tradición y para otros una experiencia que quieren conocer. Los más deslumbrantes salones y los más espléndidos menús esperan a un público de alto, en algún caso altísimo, poder adquisitivo, dispuesto a hacer de las fiestas navideñas un momento inolvidable. A pesar de los elevados precios, las reservas ya están cerradas.

Ostras, caviar, faisán, pescado escogidísimo, los mejores champagnes… son los ingredientes básicos de los menús diseñados por los más conocidos y lujosos hoteles de cinco estrellas. El precio en este tipo de establecimientos no es nunca el problema o, al menos, parece no serlo. La programación es amplia, desde el que sólo ofrece como algo diferencial en estas fechas la cena cotillón de Nochevieja, hasta el que casi ha diseñado una agenda navideña completa en el que cada día tiene su propia dedicatoria.

En este tipo de celebraciones la sala es tan importante como la cocina, incluso es posible que un poco más. Es evidente que el menú ha de ser excepcional, pero nada significaría sin una mesa impactante en un salón lujoso, servida puntualmente por un personal que ha de cuidar que nada falte en ningún momento.

Las maneras de celebrar la Navidad van amoldándose a los nuevos tiempos. Así, los brunchs post-fiesta irrumpen con fuerza en la oferta de los grandes hoteles también en la época navideña y hay quien ha sustituido la tradicional comida del día 25 por un brunch, lo que es una forma de admitir que la familiar y tranquila cena de la Nochebuena ya va adquiriendo los tintes de una fiesta similar a la de Nochevieja o la de Reyes. Por supuesto, los días de Año Nuevo y Reyes, precedidos de los más sonados cotillones navideños, son días típicos de brunch.

Cada hotel ha diseñado una oferta acorde con su público objetivo. No son lo mismo o, por lo menos, suelen no serlo, las expectativas del cliente que elige un tradicional hotel de lujo, como pueda ser el Ritz, Orfila o el Palace, que las de otro que se decida por un hotel con ínfulas vanguardistas como el Arts o el Urban, o aquellas de los que deciden esperar el nuevo año en un resort playero o en un apacible Parador. Sólo en una cosa se parecen los clientes de todos ellos: y es que están dispuestos a dedicar un generoso presupuesto a pasarlo bien.

Ambientes singulares
La manera de celebrar la Navidad de cada hotel está siempre muy relacionada con la imagen de sí mismo que intenta transmitir a sus clientes…de alguna manera estos no buscan sólo una fiesta lujosa, sino la seguridad de disfrutarla sin sorpresas en un determinado ambiente. Los hay que ofrecen un tipo de fiesta más urbana y cosmopolita, como el Urban o el Arts; otros, se decantan por un lujo más clásico, como Palace, Orfila o Ritz, y otros presentan propuestas tan originales como el recién inaugurado Hospes Madrid, cuya programa de fin de año incluye dos noches de hotel, en las que, aparte de la cena y cotillón del 31 de diciembre y brunch de año nuevo, incluye una jornada en el Bodyna Spa, un espacio que cuenta con cabinas de masajes, piscina interior, sala de relajación insonorizada y baño turco. El precio de su propuesta para dos personas es de 1.400 euros o de 700 euros sin la cena de gala.

La cena de Nochevieja, con su correspondiente cotillón, es con toda seguridad el momento culminante de estas celebraciones y, sin duda alguna, la fiesta más asociada a un hotel de lujo. El precio medio viene a rondar los 300 euros, con un margen arriba o abajo de unos 50 euros. Solo algunos casos contados superan este rasero, desde los 375 euros del Urban madrileño a los 600 euros del Ritz o del Palace, que cuestan la cena y el cotillón.

Asimismo, en todos los casos se ofrece la posibilidad de asistir sólo al cotillón, en cuyo caso la factura queda sensiblemente reducida a algo menos de la mitad del precio, o a la cena completa. Aunque los precios no son ninguna bagatela, lo cierto es que la cena y la fiesta son muy especiales y “largas”, por lo que, aparte de la barra libre, también es usual que, avanzada la noche, el hotel ofrezca algún tentempié a los clientes y, en los casos, como el Urban, donde se espera a un público más animado y resistente al paso de las horas, incluso tienen previsto terminar como estas fiestas tienen que terminar, es decir, con un chocolate con churros y sopas de ajo…no hay nada como empezar el año reciamente. l
Juan Carlos Prado

Familias con niños
Los hoteles tampoco olvidan que la Navidad es una época eminentemente familiar y, por lo tanto, muchos clientes las celebran con sus hijos, sobre todo con los más pequeños. Para ellos han diseñado unos menús especiales, a un precio sensiblemente reducido respecto al de los mayores (la mitad, por regla general), y más adecuados a sus gustos en cuanto a texturas, sabores y cantidad. ,
Además, como hoteles que son, estos programas navideños suelen contemplar la posibilidad de incluir la estancia de alguna noche en el establecimiento, lo que aparte de la comodidad, puede ser una buena solución para que los niños no supongan ningún problema en esas fiestas que se prolongan hasta horas intempestivas. l

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