Los precios han aumentado su ritmo de crecimiento respecto a años anteriores y se acerca al cinco por ciento anual; nuestra economía ha crecido en el primer trimestre un 2,7%, bastante por debajo de las previsiones presupuestarias; el paro sigue sumando adscritos a ritmos desconocidos desde hace muchos años.
Pese a que el foodservice entra en una etapa de mayor crecimiento de la demanda generada por el fenómeno turístico-vacacional, la crisis seguirá latente y ¡ay de quien confunda ambas situaciones!. El otoño puede ser crucial.
Los grupos de restauración están acometiendo toda clase de medidas para enjugar costos, fidelizar clientelas, adaptar los planes de expansión a la situación vivida y resistir hasta donde puedan. Ahora se va a ver quién dispone de cintura para sortear los venablos que les lleguen desde la economía global, desde sus proveedores y por qué no decirlo desde unos clientes con los bolsillos vacíos.
No hay que poner la nave al pairo. El capitán debe dar órdenes al timonel para que encare los malos vientos de forma que, pese a todo, se llegue a buen puerto. Y si la nave posee un velamen robusto y las cuadernas están bien calafateadas, no sólo resistirá un oleaje canalla, sino que dejará atrás a la competencia.
