¡Hágase la luz!

Hay expertos que denuncian que el comensal se siente engañado, incapaz e impotente. ¿Será verdad?
Pero lo que aquí nos preocupa, y ya hemos oído voces en acreditados foros que se celebran en la vieja Europa, es que la clientela está abrazando una nueva filosofía donde el bienestar psicológico se valora tanto como el hedonista, donde se anhelan altas tasas de valor y satisfacción, pero, que si son baratas o gratis, mucho mejor. No importa pues lograrlas en el trabajo, en los comercios o en los restaurantes, en los museos o en los centros cívicos de las poblaciones.
Llega una generación cuyo cordón umbilical es lo digital, que lo mezcla (“blur”) todo: ocio con negocio ( nace lo “bleisure”) o entretenimiento con confort (hay cibercafés que por 15 euros te permiten pasar la noche, conectado a Internet, comer, beber y… ¡hasta darte una ducha!).
Es la nueva clientela que busca los Plug´N´Drink de París, pero no sólo en Europa. Si vamos a las antípodas, también allí los encontramos, abarrotando la Greenhouse de Joost, en Melbourne.
Y nosotros hablando de los gastrobares. Yo, no se ustedes, lo veo todo oscuro y confuso.
Por favor ¡Hágase la luz!