Primero, porque ya me habrán leído sobre la admiración que siento hacia los directivos de las patronales francesas del sector, como Didier Chenet, y de lobbies, como el que lidera Jacques Borel, para el dossier sobre los tipos de IVA.
Segundo, porque, cuando llegan los períodos electorales se realizan auténticos movimientos acrobáticos para destacar que un sector es más generador de empleo y riqueza que otro: Aquí no hay duda para el caso galo.
Tercero, porque como andamos faltos de originales ideas, a lo mejor de la lectura del informe COSTES se nos ocurre algo inédito y que además puede tener visos de ser aplicado en el sector con originalidad y con eficacia.
He de informarles que Thierry Costes es un joven, muy joven, restaurador francés, que se ha atrevido a ponerse al frente de un comité de expertos para elaborar otro libro blanco sobre la hostelería en Francia, a la vista de lo que se les venía encima: elegir entre “sarkó” o “segó”.
Con esa transparencia informativa que poseen las viejas democracias parlamentarias, donde se suelen perder menos papeles que en otras más jóvenes, el informe se puede consultar en www.strategie.gouv.fr y viene a decir que se podría mejorar el escenario en el que se mueve la hostelería francesa si creciera la innovación y se actuara sobre:
• La política de formación que se ofrece en el sector.
• Los medios financieros para la creación de empresas
• La creación de un “polo de competitividad”.
El informe no se caracteriza por ser el típico valle de lágrimas; abominan de las subvenciones y ayudas públicas y se muestran severamente críticos del sistema de formación de profesionales-todas las categorías-que llegan al mercado.
Parece que se forma lo que no se pide y se pide lo que no se forma. Se declaran partidarios de una docencia sencilla y corta para terminarla en la empresa y “lo que dure”. Proclaman la formación interdisciplinar (aquí, un devoto) y piden que se habiliten recursos para que los que quieran formarse puedan disponer de ellos, por ejemplo, una moto para ir a trabajar (!cómo se lo agradecerían las concesiones de áreas de servicio en nuestra red de carreteras!).
El segundo eje de actuación pivota sobre la creación de un Instituto de Investigación de la Hotelería y la Restauración, para competir con Cornell y Lausanne, pero bajo otras coordenadas y de una “cantera” de futuros emprendedores y profesionales, si cabe, apadrinados por los que ya están en el mercado, siempre habilitando fondos que discurren en la actualidad hacia ineficientes aplicaciones: Incluso usando de las virtudes de figuras financieras como la conocida “business angels”, de la que poco se escribe en España y menos en la hostelería.
Finalmente, otra proclama se basa en la creación de un “polo de competitividad” donde, además de poder funcionar como un “cluster”, se abra a la sociedad; por ejemplo a través de Internet. Para que la ciudadanía sepa de chefs mediáticos, pero también de las horas de prácticas no retribuídas que suelen hacer los jóvenes y no tan jóvenes, que terminan por abrazar la profesión y que tanto mérito tienen, tal como pinta en la actualidad.
¿Serían ejemplos aquí el proyecto Alicia que financia Caixa Manresa; o el Modern Al que se promueve en el Camp de Tarragona?.¿Tal vez una derivación de los complejos alimentarios que en las Autonomías predican el I+D+I?
El informe COSTES merece la pena leerlo. Al menos, nos podemos regocijar con que es un documento que Villepin ha debido –con ganas o no- circular por los cartapacios de su burocracia, haya pasado o no por los “enap“ de Fontainebleau.
Es de desear que sea útil a la nueva etapa que se abre con Sarkozy y sobre todo para los que quieran saber lo que puede pasar en unos años en España, si no se adoptan modelos genuinos de cambio y evolución.
Lo de las “barbas de tu vecino…”, vale en este caso.l
