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La Cocina de San Antón, avalada por el toro de Osborne, celebra su primer aniversario inmune a la crisis

“El balance de La Cocina de San Antón no es positivo; es lo siguiente a positivo”. Así de contundente se muestra Juan Carlos Henche, director general de los Mesones 5J, al explicar a

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Restauración News cómo ha sido y es la marcha de la última apuesta gastronómica de Osborne, inaugurada el 17 de mayo del pasado año.

Enclavada en la tercera y última planta del recién restaurado Mercado de San Antón, en pleno corazón del madrileño barrio de Chueca, La Cocina de San Antón by 5J, acaba de celebrar su primer aniversario y lo hace con “la satisfacción de haber superado nuestras expectativas”, apostilla Henche.

Tanto es así que el director general de Mesones 5J reconoce que Osborne ha recibido bastantes propuestas para llevar a otros lugares lo que en su origen fue una “prueba experimental” y el tercer componente de la pata de restauración de su negocio (compuesta hasta entonces por los Mesones 5J y por los 5J incluidos en los Gourmet Experience de El Corte Inglés).
“Estamos mirando cosas, aunque el foco lo tenemos en Madrid y Barcelona”, aclara. Además de las dos ciudades españolas, Henche reconoce que Osborne también está viendo qué posibilidades hay para llevar al extranjero el concepto de este espacio gastronómico (compuesto, en este caso, de un restaurante y una terraza de 360 metros cuadrados).

Aunque matiza que aún no hay nada cerrado, sí asegura que “Estados Unidos es una buena plaza internacional”. Plaza a la que Osborne podría llegar, según Henche, “de la mano de un partner local”. Independientemente de los mercados elegidos, el directivo se muestra claro a la hora de describir qué requisitos ha de tener un lugar para que Osborne implante el

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Juan Carlos Henche.

modelo de La Cocina de San Antón. “Queremos zonas de rotación, emblemáticas y representativas de la ciudad”, confirma.

De vuelta al Mercado de San Antón, Henche calcula que La Cocina de San Antón by 5J ha creado 66 empleos y ha albergado, desde su nacimiento y hasta ahora, a un público “heterogéneo, cosmopolita, de todas las edades y modas”.
“La Cocina de San Antón ha significado la posibilidad de que explorando nuevas vías tenemos mucho camino por recorrer, y nos hemos dado cuenta de que podemos hacer cosas buenas y hacerlas bien”, matiza Henche, para quién los avales de este proyecto son dos: el jamón 5J y el toro de Osborne. “Todos nos sentimos toros”, bromea.

Con un ticket medio que va de 20 a 22 euros, la carta de La Cocina de San Antón ofrece principalmente platos inspirados en la cocina tradicional española con algunos toques internacionales. Además, la barra de apoyo al restaurante ofrece una propuesta donde la coctelería se vuelve protagonista, además de una amplia variedad de refrescos, zumos y snacks.

Sin embargo, la novedad de La Cocina de San Antón se basa, según Henche, en que “tú eliges el producto en el mercado y nosotros (en el restaurante) te lo cocinamos a tu gusto”, por 4,5 euros por persona más la bebida. “San Antón demuestra que las cosas se pueden transformar sin que pierdan su identidad”.

Un mercado de toque castizo
La Cocina de San Antón ocupa la tercera y última

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planta del mercado que lleva el mismo nombre del santoral y que en su conjunto cuenta con 26 puestos. El edificio, de 6.200 metros cuadrados, tiene en su primera planta catorce puestos de alimentación y un rincón cafetería.

En la segunda planta dispone de doce puestos de degustación y una amplia sala de exposiciones y eventos de 175 metros cuadrados, además de una terraza de otros 50 metros. El edificio cuenta también con dos sótanos de aparcamiento para 81 plazas y con un supermercado.

Ubicado en la intersección de las calles Augusto Figueroa, Barbieri y Libertad, el proyecto arquitectónico de este mercado fue ejecutado por Ana María Montiel Jiménez y José María García del Monte. En su obra, los arquitectos optaron por hacer que el edificio estuviera en sintonía con el barrio de Chueca (y sus tradicionales colores ocre, albero y oro) apostando por un contraste matizado y sin estridencias. JG. Boiza

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