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La comida rápida latina

El primer ‘Don Latino’ surgió a finales de 2003 para cubrir un nicho de mercado cada vez mayor: el de los inmigrantes ecuatorianos principalmente. Un público interesante pero descuidado por la restauración española. ‘Don Latino’ es una cadena de servicio rápido y precios muy ajustados que cuenta ya con dos establecimientos en Madrid, otro en Murcia y un cuarto en Lorca.

Por ellos pasan unas 25.000 personas al mes, el 90% latinoamericanos, sobre todo ecuatorianos, y el 10% restante, turistas y españoles. “Vimos que los latinos comen en restaurantes montados por ellos pero que suelen ser caros (…) Se nos ocurrió abrir uno de comida latina a precio razonable dónde comer cuatro o cinco veces por semana”, así explica el chileno Carlos Hochstetter, socio de Don Latino, el germen de la cadena. La falta de un restaurante especializado en gastronomía latina el público lo suple con lo que Hochstetter destaca como su principal competencia: Kentucky Fried Chicken. La cadena estadounidense de fast food tiene una fuerte presencia en Ecuador y se ha convertido en una opción barata y familiar para los inmigrantes, a quienes, según Hochstetter, no se les ha prestado la debida atención hasta el momento. “Es un error pensar que el latino no tiene poder adquisitivo. Entre semana tienen un tope de gasto de unos ocho euros la mayoría, pero los fines de semana se pueden gastar más de veinte en comer fuera (…) Los colombianos, ecuatorianos, venezolanos,… tienen costumbre de salir a comer los fines de semana”, añade.

Por 5,60 euros se oferta lo que ellos llaman Combos individuales, es decir una especie de platos combinados a base de especialidades latinas comunes a varios países. Uno podría ser “Porción de yuca frita, un tamal, tres patacones, porción de chifles y bebida mediana”. El sistema take away también es muy demandado e incluso el servicio a domicilio.

Producción artesanal
Intentando abarcar el mayor espectro posible, la oferta gastronómica de Don Latino está destinada a agradar los paladares tanto del público procedente de Ecuador, como de países próximos como Colombia, República Dominicana o Perú. “Hemos tratado de buscar una línea común para contentar al mayor número posible de gente. El error más grande es hacer recetas que se ajusten exactamente a las de una región de un determinado país”. Así que se ha buscado un punto común en platos como el Pollo crispy, Arroz con menestra, Bandeja paisa, Lomito salteado,…

Aunque por estética de los locales y por el servicio rápido, en principio se le podría calificar como fast food, Hochstetter quiere dejar claro que, de momento no lo son: “Para hacer unos frijoles tardamos tres horas (…) Aún nos encontramos en una fase de producción artesanal”. Se cocinan los platos y se mantienen en caliente en el mostrador en un mueble mantenedor que se va reponiendo a medida que se va consumiendo.

Desvela, no obstante, que están comenzando a definir un manual de procedimientos de cara a su expansión para la que contemplan el sistema de franquicia, pero en un futuro. “Hasta que la marca no sea lo suficientemente sólida no es adecuado franquiciar”. De hecho los cuatro locales Don Latino que existen, son en propiedad. Siguiendo este modelo de expansión probablemente pronto se abra uno en Barcelona, de acuerdo con Hochstetter.

El mayor quebradero de cabeza para Hochstetter y sus socios (Andrea Plaza y Luciano Moya) es el de los recursos humanos. En total hay cerca de setenta empleados, todos ellos sudamericanos, para cuatro locales con una media de ochenta plazas cada uno. l

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