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“La noche española es de las más seguras de Europa”

Desde los porteros de pubs y discotecas hasta los circuitos cerrados de televisión, pasando por aspectos relacionados con los materiales empleados en la decoración interior, la seguridad en los locales es una cuestión que puede abordarse desde una infinidad de puntos de vista. Pero entre todos ellos el que más atención mediática suscita es el relacionado con la integridad física de los clientes. Dionisio Lara, gerente de ECO (Empresarios por la Calidad del Ocio), asegura que “la noche madrileña y española son de las más seguras de Europa”.
Alcalá, 20. Una calle y un número que dieron otra dimensión al concepto de seguridad en los locales de ocio. Nada volvió a ser igual desde que 81 jóvenes murieran en el incendio que arrasó aquella discoteca en la madrugada del 17 de diciembre de 1983. El juicio, cerrado once años después de la tragedia, dejó bastante claro que tanto las causas del incendio (una instalación eléctrica arcaica y deficiente y unos materiales altamente inflamables en suelos y cortinas) como las del desastre final (escaleras de difícil tránsito o salidas de emergencia inutilizadas) pudieron haber sido evitadas. A pesar de todo, en enero de 1990 la discoteca Flying de Zaragoza repetía una tragedia similar en la que murieron 43 jóvenes.
Son temas que actualmente se deberían ya dar por superados, sobre todo en lo que se refiere al uso de materiales altamente inflamables en el interior de locales públicos. En las dos o tres últimas décadas se han desarrollado infinidad de plásticos y fibras ignífugos o, cuando menos, retardantes de las llamas que garantizan un estimable plazo de tiempo para proceder a la evacuación.
Por otra parte, espoleadas en buena medida por la censura social que siempre provocan este tipo de accidentes, las Administraciones practican una vigilancia cada vez más estricta de las condiciones de seguridad de los locales, tanto en su fase inicial como en las reformas que acometen. Si bien, lo que debería ser una fuente de claridad para el sector, se ha convertido en un conflicto cada vez más enconado entre empresarios y administraciones, pues aquellos aseguran estar dispuestos a cumplir todos los requisitos, pero a cambio reclaman una agilidad en la concesión de licencias que, de momento, parece una quimera.

Tragedias evitables
Hasta ahí lo evitable y el consenso generalizado. Porque existe un aspecto de la seguridad de los locales de ocio nocturno que resulta, si no totalmente, sí bastante incontrolable. Se trata de la sobreactuación de los porteros de discotecas y pubs. También en este caso hay nombres propios que van marcando hitos en el camino. Entre ellos, el centro comercial barcelonés Maremagnum, en cuyas instalaciones fue asesinado Wilson Pacheco tras una disputa con vigilantes de una discoteca del centro comercial, o el más reciente e igualmente trágico suceso de El Balcón de Rosales, donde perdió la vida el joven Álvaro Ussía presumiblemente como consecuencia de una brutal paliza propinada por algunos miembros de su personal de seguridad.
La reacción de la Comunidad de Madrid fue la rápida elaboración de una normativa que establece unos exámenes oficiales, parecida al sistema establecido por la Generalitat de Catalunya a raíz del mencionado suceso, para acceder a la acreditación como personal de control de acceso. Se buscaba de esta manera aplacar la contestación ciudadana y poner algo de orden en una actividad que levanta todo tipo de suspicacias más o menos justificadas.
Las principales asociaciones que trabajan en el sector del ocio nocturno, como ECO (Empresarios por la Calidad del Ocio) o Asfydis (Asociación de Salas de Fiestas y Discotecas) no han tardado en expresar sus discrepancias con el procedimiento y, sobre todo, con las prisas con que se quiere implementar.
Antonio Fernández, gerente de Asfydis, lamenta que el decreto madrileño establezca la obligatoriedad a partir de principios de abril de que el personal de control de accesos haya superado esa prueba:
“Nuestra necesidades de plantilla para este cometido calculamos que sean de unas diez mil personal en toda la Comunidad, teniendo en cuenta que del primer examen apenas saldrán dos mil personas habilitadas [finalmente fueron 1.606], el problema puede ser grave si arrecian las inspecciones. Además, también hay que pensar en la cantidad de gente empleada desde antiguo para estas labores y que ahora tendrán muy difícil obtener esa habilitación. A ellos se les puede causar un grave problema laboral precisamente en un momento de crisis y a las empresas un problema económico, si tuviéramos que despedirlos y afrontar el coste de sus despidos. Y también hay un problema con el requisito de que no tengan antecedentes penales; si una persona ha merecido una condena en el pasado no debe afectarle para siempre”, dice Fernández.
La opinión de Dionisio Lara, gerente de ECO, está muy próxima a la anterior. Lara estima necesario ampliar el plazo de entrada en vigor de la obligatoriedad de tener esa credencial; las necesidades de personal que maneja son coincidente milimétricamente con las de Fernández, razón por la cual aboga por que se haga como en Barcelona, “donde tuvieron que prorrogar el periodo de entrada en vigor, al no dar tiempo a que todo el personal necesario hiciera exámenes. Además, la gente que suspenda debe tener más oportunidades, porque los que tengan ya cierta edad puede costarles más trabajo. En fin, hay que fijar aspectos como la periodicidad de los exámenes, porque hasta que este tipo de cosas toman cierta inercia se tarda un tiempo”.
Al gerente de Asfydis le hubiera gustado que los empresarios del ocio nocturno hubieran podido formar a su propio personal de control de accesos, “dando nosotros mismos las acreditaciones, de acuerdo con las administraciones competentes y dando siempre la oportuna información a la policía”.

Una noche segura
Ambos gerentes coinciden en señalar que la noche española, también la madrileña, es de las más seguras de Europa, si no la más segura. Según las cifras que manejan en ECO y Asfydis cada fin de semana se mueven en Madrid cerca de 700.000 personas, de las que se calcula que entre un dos y tres por ciento son conflictivas, es decir, unas veinte o treinta mil personas pueden ser causantes de altercados, pero de entre estos, “sólo una cuarta parte como mucho pueden ser considerados realmente violentos”, dice Lara.
“Nuestros locales son un mero reflejo de lo que sucede en la calle –puntualiza Fernández-. No promovemos la violencia, ni el tráfico de drogas, pero hay gente que se dedica a ello y que van a muchos sitios, entre otros también a nuestros establecimientos. Pero nuestro personal de puerta no puede, por ejemplo, cachear a los que acceden al interior, así es que no tenemos el control de todos los clientes. Sin embargo, luego se nos culpa como si fuéramos los promotores de algunos de estos delitos.”.
Fernández señala que en los últimos años en la noche de Madrid han aparecido algunos grupos de ciudadanos, procedentes en muchos casos de países latinos o del Este de Europa, cuyo comportamiento, sobre todo cuando media alcohol, puede llegar a ser extremadamente violento, “pero son casos muy puntuales que deben ser controlados por la policía”.
En cualquier caso, los máximos responsables de las asociaciones del ocio nocturno subrayan la relevancia de la animada vida nocturna de Madrid como elemento de atracción turística. “Se habla de que el ocio nocturno entendido en sentido amplio mueve un 10% del PIB de la comunidad; pero el sector no ha estado organizado para apoyar su dignificación, es decir, no tiene una buena imagen. Todo lo que esté relacionado con nosotros se mira de reojo y lo cierto es que existen muchos aspectos que habría que explicar para que no se regule a ciegas, deberían fomentar la autorregulación. Para hacerse una idea del volumen económico que representa este negocio hay que saber que en nuestro país existen unas 60.000 empresas especializadas en este segmento del negocio hostelero”, manifiesta Lara.l

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