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La tentación que llega de Portugal

Los orígenes de lo que podríamos llamar una “pequeña empresa internacional” se sitúan en Lisboa, cuando en 1987 Carlos Brás Lopes abre un restaurante en el Mercado de Santa Clara, después de abandonar su carrera como administrador de empresas para lanzarse a por el sueño de su vida. El postre de este restaurante, que mezcla la tradición de la confitería portuguesa con los conocimientos que este emprendedor había adquirido en otros países, tuvo un éxito tal que en 2002 Brás decidió abrir una confitería dedicada exclusivamente a su comercialización. La llamó “O melhor bolo de chocolate do mundo”. Un año más tarde, Isabel Ruiz-Morales es destinada, por motivos profesionales (por aquel entonces trabajaba en el ICEX) a Lisboa y se convierte en clienta habitual del establecimiento, y ahí quedó la cosa. A su regreso a España, se reunió con su amiga de toda la vida – Iria Romero – para hablar de montar un negocio y entonces se acordó de la exquisita tarta que había probado en Lisboa. “Llamamos a Carlos Brás pensando que sería todo dificilísimo, y al contrario, nos puso todo tipo de facilidades”, afirman las socias madrileñas de La Mejor Tarta de Chocolate del Mundo. Comenzó su aventura ofreciendo el dulce a amigos y amigos de los amigos. Durante dos años se encargaron de su distribución en Madrid a empresas, pero sobre todo a particulares. El salto a tener una sede física fue algo natural en vistas de que el número de pedidos aumentaba, por el boca a boca, sobre todo.

Desde su pequeño local de la calle Alcalá 89, sin zona para el consumo, sirven pedidos para llevar o a domicilio, con un repartidor o repartiendo ellas mismas en ocasiones, confiesan. Reciben desde el obrador que Carlos Bras tiene en Lisboa, en el que trabajan unas 25 personas, un centenar de tartas congeladas para toda una semana. El fundador participa con un 10% en el proyecto de Ruiz-Morales y Romero, cada una de las cuales está presente a partes iguales (45%) en la empresa. “Queríamos que Brás participase en la sociedad para que estuviese más implicado”. La versión española de La Mejor Tarta de Chocolate del Mundo es muy independiente en cualquier tema de gestión. Incluso se ha modificado el logo original, con la ayuda de Jacobo Gavira, quien también ideó el interiorismo de la tienda.

Exclusividad en España
Iria e Isabel tienen la exclusiva de la marca en España y sueñan con la expansión por nuestro país a través de franquicia. Es el modelo con el que está creciendo “O melhor bolo de chocolate do mundo” en otros países. Así, Brás cuenta con su tienda portuguesa, otra en Nueva York y ocho más en Brasil. El producto prácticamente es el mismo para todos los mercados, con leves cambios o variedades diferentes como la versión light que existe en Sao Paulo. Las próximas serán en Washington y puede que Londres. Pese a todo, conserva los pies de plomo a la hora de aventurarse a nuevas aperturas y aconseja a sus socias de Madrid que hagan lo propio, según desvelan ellas mismas.

Para Iria Romero, la hostelería es su campo de actuación natural ya que estudió administración y dirección hotelera en Suiza, realizó posteriormente el Cordon Bleu en Inglaterra, pasó por la empresa de catering Semon, se encargó – junto a su amiga Isabel Ruiz-Morales – precisamente del portal de catering en la web de contenidos verticales Verticalia. Su idea originaria era montar un salón de té, pero tras estudiar el tema las dos socias creyeron que era más sencillo llevar a la práctica el proyecto que finalmente se ha materializado.

Chocolate en dos texturas
¿Qué tiene esta tarta para haber conquistado a miles de golosos de medio mundo? Exactamente no se sabe, pues la receta es secreta, como la de la Coca-Cola. Vamos a empezar por lo que no tiene. No lleva harina ni fermento. Está hecha con el chocolate de alta confitería francesa Valhrona y compuesto por capas cremosas y crujientes alternas. Se presenta en dos versiones: cacao de 70% de pureza y cacao de 53%. Su caducidad en nevera es de hasta cinco días. Para cortarlo de manera uniforme, hay que introducir un cuchillo en un recipiente con agua caliente, secarlo posteriormente y cortar. El precio es de 22 euros para el tamaño pequeño (8 raciones), de 32 euros para la grande (14 raciones), 4,50 para la porción individual y 3 para la caja. El servicio a domicilio, que cubre Madrid capital tiene un recargo de cinco euros.

JE.G.

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