fbpx

RESTAURACIÓN NEWS

InicioActualidadLos jardines de los ministros

Los jardines de los ministros

Así, por ejemplo, mientras esperamos el informe del primer aniversario de la iniciativa NAOS (sobre la obesidad y cómo comer mejor) de mi paisana la ministra Salgado, la que prepara un ante proyecto de ley de cómo los directivos de empresa deben hacer gimnasia encima de la mesa de trabajo (tal como hace ella y nos muestra en la contraportada de un periódico de gran tirada, un domingo) o los resultados sobre los cigarrillos que se han dejado de fumar en algunos locales, va y su colega, el de Trabajo se saca de la chistera el que “hay que acabar con las comidas de trabajo de tres horas”, mientras el de Administraciones Públicas apaga las luces de las oficinas oficiales a las seis cada tarde. Por supuesto, siempre con el fin de lograr la conciliación entre el trabajo y la familia, una vez que han oído las recomendaciones de la Comisión Nacional de Racionalización de los Horarios que anuncia, que en el 2009 nos regiremos por horarios europeos.

Con independencia de recordar a los mencionados dirigentes públicos que en España, sobre todo en los grandes núcleos urbanos, los horarios flexibles han permitido, hace tiempo, elegir consumir una hora para comer, los empleados, si se lograra homogeneizar esa costumbre, siempre mejor por vía sindical –tal como señala el profesor Obeso de ESADE- que por la decretal, la que se le puede venir encima a la hostelería, deja pequeña a la que se armó con la de fumar en los restaurantes.

Salvo que se empezara a comer a las 12.30, como sugería Emilia Pardo Bazán en su obra La gota de sangre, el atasco que se puede provocar en nuestros bares y cafeterías es mayúsculo. Y así ya se ha pronunciado Gaietá Farrás, presidente de los restauradores de Barcelona, cuyo “seny” le ha hecho declarar que “si se reduce a una hora el tiempo para comer, muchos trabajadores elegirán los restaurantes de servicio rápido en vez de los de tipo tradicional”. Ello “obligará a replantearnos la logística y la distribución de personal, para dar respuesta a una demanda más masificada y concentrada”.

Así que mientras la iniciativa NAOS abominaba de comer rápido, ahora nos recomiendan hacerlo desde otras altas instancias de la Administración del Estado. No seré yo, pues, quien consagre el término sajón del snacking around the clock (¡Vivan los bocadillos, las pizzas y las ensaladas!). ¿Volverá el plato combinado que Fraga puso de moda cuando dirigía el turismo español?
¿Y que será de nuestros restaurantes de postín y del slow food? ¿No nos recomiendan comer despacio y saborear lo que comemos? ¿Si comemos a las 12.30, cuando tomaremos unos vinos? ¿A las 11.30? Entonces, ¿a qué hora bajaremos a desayunar? Hay algo que no cuadra.

Además, para mayor oprobio de la hostelería, puede suceder que lo que ya emerge tímidamente, se precipite como tendencia a consolidarse: la tesis del profesor Contreras de la Universidad de Barcelona, muy escuchado en los foros de Alimentaria, sobre la Economía de la fiambrera: ”La gente se traerá la comida de su casa”
Entonces emergerán las meal solutions de nuestros proveedores marquistas que, regeneradas en los office de las empresas (que deberán estar equipados debidamente, gracias a las gestiones de los comités de empresa cerca de sus patronos) que aún reducirán más el número de comidas servidas en los restaurantes, consolidándose la recuperación de la famosa y perdida ”cuota de estómago” en el canal super-hiper.

Bello panorama para la hostelería, del que, siendo optimistas, se puede sacar sólo una ventaja: la re-invención del sector para hacerlo más productivo. Puede ser una oportunidad para que se confíe más en alianzas con los proveedores en materia de optimizar la cadena de suministro: que la cocina se modernice y avance sobre la sala, dando más protagonismo al cliente; que los sistemas de comandas, servicio y cobro se agilizen mediante las TIC; que la información generada por el negocio sirva para tomar decisiones y que, finalmente se reconozca la función social de esta actividad económica.

Claro que nos falta jardín y ministro. La restauración es huérfana en esta materia. Y será difícil, pues, que alguien quiera tener su propio jardín para un menester como el susodicho de la re-invención. O por ejemplo, para tener un plan de fomento y modernización como el que, por enésima vez, ha conseguido el comercio. !Y eso que lo tildan, como a la hostelería, de inflacionista!
Será que, de nuevo, la mano invisible no sabe lo que es la hostelería en España. l

artículos relacionados

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí