El auge de las redes sociales nos aleja de algunas raíces culturales que deberían estar más presentes en la iconografía que retrata la realidad social. Como ejemplo, en esta ocasión me refiero al cuadro del pintor valenciano Joaquín Sorolla: “Y luego dicen que el pescado es caro”.
Y es que -como colofón al esfuerzo informativo que la redacción de esta revista ha hecho para “pintar” la situación del canal horeca en materia de seafood-, como consecuencia de una nueva celebración de Conxemar, en Vigo, quisiera recordar y destacar el esfuerzo que en este sector ha hecho la profesión para, por medio de la integración comercial, alcanzar una mayor eficiencia empresarial.
Si Sorolla plasmaba en su magistral pintura un realismo social insultante -a través de los rostros de los personajes-, como en el cuadro aludido, el uso de luces y sombras en el mismo nos permite dejar constancia de las fortalezas y debilidades de este sector, el de los recursos marinos, que se cita en Vigo, si bien ahora extendido por cuestiones de mercado a aquellos otros productos del reino vegetal y animal que se elaboran y conservan bajo tecnologías frigoríficas.
Luces que permiten ver avances relevantes entre armadores y distribuidores -la labor de ANMAPE es un buen ejemplo-, que les permiten cerrar alianzas para trabajar en el estadio final de la cadena, el consumo, como van a hacer hasta final de año con la campaña “disfruta comiendo pescado”. Luces que permiten conocer que temas como la trazabilidad o identidad de las especies está garantizada ante compradores y consumidores. Luces, finalmente, que contribuyen a que un aspecto tan complejo como es el que se refiere a los mecanismos de fijación de precios, permita que éstos sean más transparentes.
Sombras
Pero también hay sombras. Y en lo que acá nos incumbe, todos estamos de acuerdo en que, para las empresas de seafood, el canal horeca es una oportunidad de negocio. Negocio que no acaba de sustanciarse. Quizá sea por la capilaridad de sus operadores; tal vez por la dificultad que entraña conocer qué especies son las que más convienen a la salud y bienestar de los comensales, frente a la escasez de oferta de las más demandadas y a la irrupción de otras que vienen de aguas lejanas y no precisamente saladas.
Por eso, es importante dar a conocer y contar con iniciativas como las de ANMAPE. Pero aún lo son más las estrategias de desarrollo de negocio que acometen sus integrantes. Y el reto es del distribuidor: que sabe del desafío que le lanza la demanda. Una demanda, la de carácter intermedio, proveniente del canal horeca, cuya segmentación le obligará a desdoblar políticas comerciales y diferentes de niveles de servicio; y otra demanda, la final, que por realidad social, ve como se aleja de la mesa y el mantel y se entrega al “grab and go” o como poblaciones tan sensibles como la de nuestros menores y mayores, esperan contar con la riqueza nutritiva de los productos del mar.
Si Sorolla tuviera que pintar de nuevo su famoso cuadro, el pescador herido bien podría representar al canal horeca; y quienes lo asisten, armadores y distribuidores, que están en disposición de ayudarle a restablecerse y mejorar su situación.
Que Conxemar cuelgue esa pintura en el recinto ferial, como la más representativa de las imágenes que sobre transacciones comerciales se cierren en su seno durante los días que dure el evento, y como prueba fehaciente de que la oportunidad de negocio en el canal horeca ha llegado. J
