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“Mi producto no tiene competencia”

Pedro Barro domina a la perfección sus dos terrenos de juego: Galicia y Madrid. Gallego de nacimiento, es un gran conocedor de los productos de su tierra; y madrileño de adopción desde hace veinte años, posee información directa de los productos gallegos que mejor entrada tienen en los restaurantes de la ciudad. Gabarpe es una empresa joven, pero que ya ha conseguido instalarse con solidez entre los proveedores más acreditados de un buen número de restaurantes madrileños de alto nivel.
Hortalizas, pescados, mariscos, carnes… todos los productos tradicionalmente relacionados con la región gallega están contemplados en el catálogo de Gabarpe. Pedro Barro se encarga personalmente de elegirlos y comprarlos al productor original, sea este un hortelano, un ganadero o un mariscador. Barro forma parte de ese pequeño grupo de proveedores hosteleros de tamaño discreto pero super especializados en los productos de áreas geográficas muy concretas.
“Además no se trata sólo de que un producto sea de origen gallego, también hay que saber cuáles son las comarcas más indicadas en cada momento para cada producto. Los pimientos de Padrón, por ejemplo, empiezan a recogerse antes en las zonas más meridionales, pero los buenos buenos son los que se recogen en la zona de Bergantiños, al norte de Coruña, hacia el final de la temporada en septiembre. Lo mismo ocurre con productos como los cachelos o algunos pescados; por almejas de Carril hay mucha gente que entiende un único producto, cuando en realidad hay tres calidades y las más grandes y exquisitas pueden llegar hasta los 120 euros por kilo. Hay que conocer muy bien el terreno para saber comprar este tipo de productos de alta calidad”, asegura el gerente de Gabarpe.
La crisis, confiesa, sí que se ha empezado a notar recientemente en su negocio, “pero la verdad es que el tipo de restaurante al que yo me dirijo no es precisamente el más afectado ni es previsible que su clientela pase por serios apuros. Otra cosa es que los jefes de cocina hayan empezado a demandar productos de alta calidad pero algo más desconocidos y, por tanto, con precios inferiores. Eso es muy claro en los pescados, en los que se da cierta sustitución de especies tradicionales por otras propuestas más nuevas”.
Gabarpe trabaja casi exclusivamente bajo demanda; pues, debido al delicado y perecedero carácter de sus productos, está prácticamente excluido el mantenimiento de un elevado nivel de stocks. Las expediciones se realizan una o dos veces por semana empleando flota propia o, en casos muy concretos, agencias de transporte, pero siempre con sistemas de temperatura controlada.
“La frecuencia del transporte –dice Barro- depende en gran parte del tipo de producto. Ahora, desde mayo hasta octubre o noviembre, son más frecuentes porque es la temporada alta del producto agrario gallego, de mucho volumen y elevada demanda. En la temporada de otoño e invierno, donde las ventas de pescado y marisco son mayores, las expediciones no son tan repetidas y suele ser suficiente con una por semana”.
El gerente de Gabarpe está convencido de que todavía puede crecer mucho en el mercado madrileño. Su filosofía de negocio es meridianamente clara: “yo puedo tener competencia, pero el producto que traigo no la tiene. Mis planes a medio plazo pasan por desvincularme en la medida de lo posible de las labores operativas y pasar a ocuparme en exclusiva en tareas comerciales que me abran nuevos mercados”.

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