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Monodosis para una sociedad cambiante

La mayoría de los consumidores no identifican a priori qué son las monodosis pero bastan unos simples ejemplos de productos envasados de esta manera para que inmediatamente señalen la, cada vez más alta, presencia en la vida cotidiana.

Hagamos un simple ejercicio de atención para notar la incidencia de las monodosis en nuestra rutina. Por ejemplo: todos los días cientos de personas realizan viajes de negocios de diferente duración. Se traslade en el medio de locomoción que se traslade es casi seguro que se van a encontrar delante de una bandeja que incluya productos como azúcar, mantequilla, mermelada, aceite, tomate, sal… envasado en dosis ajustadas a una persona. Una escena parecida se repetirá cuando llegue al hotel que ha elegido para descansar. En algunos de ellos se dispone de máquinas monodosis de café en la propia habitación donde además se encuentran otros productos no alimenticios pero, igualmente, envasados en dosis justas como son los jabones, champús, pasta de dientes y demás enseres de aseo. Por completar el círculo si nuestro ejecutivo regresa de su viaje y al llegar a casa no le apetece cocinar y decide salir a comer algo rápido de nuevo se encontrará ante una amplia gama de salsas, kétchups, mayonesas, mostazas y demás aliños disponibles en pequeñas cantidades.

Es evidente que la sociedad actual ha cambiado, el ritmo de vida es distinto, las familias han adoptado diferentes formas, todo parece que va más rápido por lo que no es de extrañar que las monodosis tengan cada vez más aceptación y conquisten mayores cuotas de mercado, así como nuevos sectores y más productos.

Según un estudio de factores socioeconómicos relacionados con la compra de productos envasados, el 58% de los consumidores españoles tiene en cuenta el formato de los envases de su cesta de la compra. Concretamente según analiza este informe realizado para la empresa Ecoembes “el tamaño del envase es uno de los principales criterios de decisión de compra junto con el precio o la marca. El formato es importante, no sólo por la facilidad o dificultad de almacenar los productos, sino también por el sistema de apertura de los mismos y consumo del hogar, evitando que los productos caduquen una vez abiertos los envases”.

Higiene y pureza
Estas ventajas que los consumidores destacan a la hora de comprar las monodosis son prácticamente las mismas que resaltan tanto los proveedores como los operadores de restauración que trabajan de una u otra forma con estos productos. Los envases pequeños de un solo uso garantizan ante todo la higiene del producto y la pureza del mismo. Desde el punto de vista del consumidor no es lo mismo la confianza que ofrece abrir un envase nuevo herméticamente cerrado que servirse de botes, botellas, aceiteras o vinagreras, por poner algunos ejemplos, que ya están abiertas y que se recargan constantemente. Según aseguran muchos expertos en restauración “no hay peor cosa en la mesa que la desconfianza del comensal por el origen, la calidad o la higiene de lo que se le está ofreciendo”.

Este aspecto está directamente relacionado con algo muy importante para las compañías: la imagen de marca. Tanto en el caso de los proveedores como de los restauradores cuidar la marca o el nombre del establecimiento es fundamental para el negocio. Las monodosis garantizan la frescura del producto, el sabor final, evitan desperdicios innecesarios y en su mayoría no necesitan frío para conservarse por lo que el deterioro de la imagen de marca es muy difícil.

En la misma línea, las monodosis ayudan a aquellos hoteles, restaurantes, comedores o servicios como los de los trenes o aviones a que el cliente no pueda hablar mal de los productos servidos. La no manipulación del contenido del envase, la limpieza en el uso, la facilidad en el empleo, la no preocupación por la caducidad afianzan la fidelidad del cliente o consumidor de dichos productos. Y es que según han revelado algunos estudios sobre restauración “un cliente satisfecho hablará bien del local donde ha estado a una media de seis personas, mientras que un consumidor insatisfecho transmitirá su sensación a, al menos, nueve personas”.

Por poner un pero a las monodosis hay quien señala el precio del producto como un escollo que algunos operadores de restauración todavía no han superado. Algunos restauradores continúan usando productos a granel porque les salen más baratos que el uso de las dosis únicas. Sin embargo, no todos opinan lo mismo. Hay quien expone que muchos clientes cuando se encuentran delante de un envase dosificador utilizan más cantidad del producto del que realmente necesitan, por lo que parte se desperdicia con la consiguiente pérdida y gasto para el restaurador. Además, insisten los conocedores en la materia, es más fácil de cuantificar la cantidad de producto que se consume y el gasto que conllevan las monodosis que el resto de envases.

En este dilema entre monodosis o granel vuelve a aparecer un tema recurrente entre los restauradores y es la falta de legislación en España respecto al uso de los dosificadores en cuanto a la seguridad alimentaria se refiere, ya que cualquiera puede rellenar estos envases con sustancias prohibidas o perjudiciales. En este sentido, los profesionales consultados tienen puestas las esperanzas en el anunciado anteproyecto de Ley de Seguridad Alimentaria y Nutrición que el Gobierno tiene previsto aprobar con el fin de recoger en una sola ley todo lo legislado hasta el momento e incorporar nuevos conceptos, con mayor coordinación y la elaboración de una red de laboratorios de seguridad alimentaria en la que se impongan nuevas técnicas de control oficial.

Mientras esto llega, los agentes implicados en el sector de las monodosis continúan perfeccionando su negocio. Así, asistimos a nuevos productos envasados que se vienen a unir a los clásicos. El abanico es cada vez más amplio y va desde los más conocidos como café, mantequillas, mermeladas, sal, pimienta, aceite, vinagre… hasta la miel, la crema de chocolate, aguardiente de orujo o algunos embutidos como crema de lomo, sobrasada o la famosa “pringá”. Además, cabe resaltar que muchos de los proveedores de estos productos, tanto tradicionales como emergentes, están investigando y estudiando nuevas formas de presentación, conservación, sistemas de apertura… Quizá uno de los sectores más dinámicos en este sentido sea el del café donde las posibilidades se multiplican tanto en los envases como en las máquinas monodosis.

Y es que precisamente el estudio e investigación de nuevos envases y productos es ya una realidad que trata de responder a las necesidades que viene planteando una nueva forma de vivir, soluciones que demanda una sociedad en la que cada vez hay más familias con menor número de miembros o directamente unipersonales, que se preocupan por la salud, la comodidad y el bienestar y que a efectos prácticos se ha traducido en un mayor consumo de envases pequeños o monodosis.

En las últimas reuniones llevadas a cabo por expertos del sector del envasado se ha puesto especial interés en aspectos como:

  • Diseño en todo el proceso del envase desde el almacenaje, transporte, distribución y colocación para mejorar su calidad y reducir costes.
  • Seguridad. El envase debe garantizar la integridad de los productos hasta que lleguen al consumidor y proteger el contenido de cualquier contaminante potencial.
  • Envasado inteligente. Según los estudiosos en esta materia, en un futuro los envases estarán preparados para comunicar si el producto es apto o no para ser consumido, si ha sufrido algún percance en el transporte o en el almacenamiento.
  • Ecológico: la necesidad de que los nuevos envases sean biodegradables o se puedan reutilizar o reciclar. En definitiva que tengan como meta la sostenibilidad ambiental. Las investigaciones en este campo van dirigidas a conseguir una reducción de volumen y gasto de materiales de envasado y embalaje, también a la reutilización tras el consumo o al uso de nuevos materiales de menor impacto ambiental. Así, la tendencia en cuanto a materiales apunta a envases ecológicos para productos ecológicos, libres de cloro y fácilmente reciclables.

Sea como fuere lo que parece claro es que el negocio de las monodosis tiene un largo recorrido y un futuro prometedor tanto para los productos con posibilidad de ser envasados en pequeñas dosis, como para las múltiples opciones de envasado que están surgiendo y pueden surgir.

Cuando no todo es comida

Parece que si pensamos en monodosis sólo se nos ocurren artículos de alimentación o farmacológicos, pero lo cierto es que existen multitud de productos que son envasados en pequeñas dosis y que afectan de lleno al sector de la restauración. Así podemos encontrar en el mercado desde sobres monodosis de jaboncillos de tocador perfumados, gel, champú, crema para después del baño, para después del afeitado, pasta de dientes (amenities)… todo ello en dosis de apenas un solo uso. Incluso, en muchos hoteles y restaurantes se ha venido ofreciendo en estos últimos meses un gel higienizante monodosis especial Gripe A.Y si de acabar con los virus se trata también se pueden encontrar soluciones en monodosis de desinfectantes para freidoras, limpiasuelos, desengrasantes, limpiabaños… En definitiva, un mundo de grandes soluciones en pequeñas proporciones.

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