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Más que chiringuitos de playa

Techos de paja, toldos, hamacas… ni aún llegado septiembre es difícil encontrar estos elementos dentro de las playas españolas: los chiringuitos. Pero el concepto ha evolucionado, se ha convertido en algo más y ha elevado su caché: los conocidos como beach clubs proliferan por doquier en las costas españolas y han trascendido del concepto clásico que los asocia a una buena mezcla entre música, bebida y tapas.

No son sólo bebida, música y tapas -que haberlas haylas-, porque no son sólo chiringuitos. El concepto, muy popular entre turistas patrios y foráneos, se ha transformado, pasando de estos típicos lugares de ocio y esparcimiento al sol a convertirse en conceptos más amplios que engloban, aparte de las propuestas clásicas –o sea, fiestas y más fiestas, muchas de ellas patrocinadas por importantes marcas de bebidas alcohólicas-, citas culturales, actividades, exposiciones y, en definitiva, toda una serie de acciones destinadas a ocupar el tiempo que el cliente pasa en la playa. El usuario de los beach club, usualmente de un perfil medio-alto, lo tiene todo a su alcance para disfrutar.

Estos clubes de playa comparten emplazamiento con los chiringuitos clásicos, si bien es cierto que existen zonas más propicias que otras para encontrarlos: Marbella, Baleares, algunas zonas de la costa canaria o catalana… resultan el caldo de cultivo más adecuado para su implantación y posterior crecimiento, puesto que en ellas se dan las condiciones de clima, e incluso de asistencia, deseados para estos locales.

Marbella como emplazamiento estratégico
Así por ejemplo, las playas marbellís son la sede del Ocean Club que, a pesar de contar sólo con cuatro años de vida, ya se ha transformado en todo un clásico de la zona, convirtiéndose en un lugar de encuentro de gente guapa, deportistas, etc., que se dejan ver por allí. Y en el caso del Ocean Club, la gastronomía juega un papel crucial en la oferta del local, ya que éste cuenta con cuatro cartas diferentes (pizza, mediterránea, japonesa y tailandesa), frescas y veraniegas, en las que se apuesta por una cocina creativa, fusionada, con toques mediterráneos y orientales, no en vano, ésos precisamente son los ámbitos por los que se mueven las cuatro cartas.
“Como se puede ver, el Ocean Club no es un simple club de playa”, dice Vanessa Mateos, responsable de Prensa y Relaciones Públicas del local. “Es único en la Costa del Sol por sus características, ubicación privilegiada y servicios: desde una galería de arte contemporáneo, a un shopping center con una decena de tiendas, pasando por una suite que estamos terminando de decorar. Eso sin contar la espectacular piscina con un 30% de agua de mar, y que según dicen por dimensión es la segunda más grande de Europa en beach clubs. El precio medio del restaurante, está sobre 60 euros por persona”.

Por otra parte, en Mallorca podemos encontrar uno de los locales que responden a la marca de Puro Beach –el otro también está en Marbella- donde la gastronomía forma parte de las bazas que esgrime a la hora de fidelizar a su clientela. En el recinto pueden organizarse comidas de hasta 600 comensales, y la carta abarca desde una ensalada de calamares hasta langosta a la plancha. A pesar de todo y de que también puede uno decantarse por fabulosos cheese burgers, el local admite que la opción saludable es la de las ensaladas, batidos naturales o fuentes de frutas. Así como el marisco.

La apuesta por una restauración de calidad, también se puede encontrar en el beach club de la costa barcelonesa Baja Beach, que aboga por una cocina deliciosa, a la hora de presentar los principales puntos fuertes con los que cuenta, además de recrear un ambiente tropical importado de California. Así, el restaurante de Baja Beach Club se define como un sitio muy especial en el cual se encuentra una gran variedad de cocina internacional combinada con un sorprendente entretenimiento.

También para los hoteles
En cualquier caso, la propuesta de los beach clubs se ha convertido en una fórmula de éxito. Tanto que hasta los propios hoteles situados en enclaves turísticos y playeros apuestan por ellos como un atractivo más dentro de sus instalaciones. Ocurre así en el caso de complejo hotelero Abama, en Tenerife, complemento ideal para convertir un día de playa en una experiencia única y reconfortante: cabinas de masaje, excelente gastronomía en el restaurante del Club, una vista privilegiada y un embarcadero donde practicar diversos deportes náuticos. O en el beach club del hotel Guadalpin, en Marbella. En ambos complejos, el concepto del beach club y la cocina que se ofrece en él, forman parte del valor añadido que la empresa ha decidido ofrecer a sus visitantes.l
Ana I. García

El decano de los Beach Clubs
En 1954, Alfonso de Hohenhole adquirió la finca Santa Margarita con el fin de establecer allí su domicilio familiar. Pero, debido al alto número de invitados que recibia en ella, poco a poco, de casa particular la finca se transformaba en uno de los primeros Beach Club de la península, si no el primero, que cuenta a estas alturas con más de cincuenta años de vida y está situado en pleno centro de “Milla de Oro”, entre Marbella y Puerto Banús.

Así, el beach club del Marbella Club Hotel, Golf & Spa, está abierto todo el año, invitando no sólo a disfrutar del sol y la piscina, o los deportes acuáticos, sino a degustar una oferta culinaria única dentro del Buffet Lunch, con sus ensaladas frescas, mariscos, especialidades españolas e internacionales, y deliciosos postres desarrollados por el chef Juan Gálvez. l A.I.G.

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