Hace ya doce años que este matrimonio “cortó sus corbatas” como ellos mismos dicen, para sumergirse en el mundo de la hostelería y lo hicieron con nota. Su pequeña galería de la calle Ballesta, su casita de comidas, La Tasquita de Enfrente, se convertía, si no en templo, en capilla gastronómica para grandes degustadores. Platos de guiso y emblemáticos como los callos gaona o el steak tartar se convirtieron en imprescindibles; y auténticos productos de temporada como los guisantes lágrima, la becada o los zorzales hicieron saltar las lágrimas a más de uno.
Su primogénito hoy por hoy sigue igual, pero surge un nuevo proyecto, pegadito al anterior, se trata de MU. “Queríamos que el nombre, como el sitio, fuera muy especial, muy taberna, muy auténtico.… Al final decidimos dejarlo en Mui, pero con i latina, que es más castizo”, nos explica Juanjo. La zona de Malasaña, donde está la calle Ballesta, se encuentra en pleno núcleo Tribal, un movimiento de origen privado que compra y recicla locales para alquilarlos al mejor precio a gente que quiere montar locales “in”, locales de moda, galerías, boutiques de jóvenes diseñadores… Mui no pertenece a este grupo, pero es un reflejo de todo lo actual que se mueve en la zona.
Su cocina se divide en varios apartados: delicatesen, embutidos, cocina caliente y menú degustación. En la planta baja se encuentra la cocina central, y en la planta calle el local en sí, con una enorme barra alargada clausurada por un pequeño salón donde, sin previa cita, podemos disfrutar de nuestro menú y visualizar la cocina en directo, ya que una cocina, a modo de showcooking, nos permite jugar con el artista que en cada ocasión elabora los platos. Y es que en breve, más de un nombre conocido pasará por los fogones de Mui para hacer de esta taberna lúdica uno de los espacios más originales. También conferencias, cursos y catas se sucederán a menudo, y siempre con nombres reconocidos detrás de cada acción.
Su decoración está inspirada en la no- decoración, en una decoración aséptica, creada, o no-creada por Miguel Angel Santos, uno de los socios junto con Juanjo. Las paredes aparecen llenas de dibujos de amigos de la casa como el artista Fernando Bellver o el cantautor Joaquín Sabina. Un total de 500 metros cuadrados coronado, en su tercera planta, por un estudio privado para tomar copas cuyo acceso debe ser otorgado por los propios Juanjo y Mercedes.
El padre de Juanjo fue restaurador, y regentaba su propia taberna, las mismas en las que él se crió. Precisamente a ellas, a las tabernas de toda la vida hace homenaje Mui, “esto es una tasca, aquí no hay rangos, no hay jefes, todo el mundo trabaja por igual y los platos se cantan de punta a punta con oído cocina. Y la cocina es básica, elaborada con buenos productos y aceites de calidad”.
JMaría Forcada
