Hay un chiste que define perfectamente a qué nos dedicamos en las agencias de comunicación:
“Los israelíes se encuentran acorralados entre el Mar Rojo y el ejército egipcio. Llevan tres días acampados y no saben qué hacer. Se acerca un muchacho a Moisés y le comunica que hay un amigo que se dedica a las relaciones públicas. Que por qué no habla con él. Moisés le llama y este chico le dice que, ya que él tiene el poder de hablar con Dios que por qué no lo intenta. Moisés le hace caso y Dios obra el milagro. Las aguas del Mar Rojo se abren y los israelíes escapan. Días más tarde, Moisés se acuerda de aquel chico y le hace llamar de nuevo. Le da las gracias por su genial idea que les ha salvado la vida. El chico responde que no se equivoque, que el milagro no ha sido que se hayan abierto las aguas sino que ha conseguido 10 páginas en la Biblia”.
Con este chiste queda claro que a veces es más importante la repercusión mediática que el evento en sí mismo. Se invierte en el diseño de la campaña con la única intención de conseguir cuantas más apariciones en los medios mejor. Una campaña de comunicación tiene como objetivo acelerar el proceso de conocimiento de un producto, posicionándolo de forma rápida como se desea. Es un acelerador del “de boca en boca”.
La transmisión de mensajes a través de los medios de comunicación es muy eficaz siempre y cuando el producto a comercializar este listo para ser consumido por los clientes. He tenido experiencias profesionales con restaurantes que no lo estaban haciendo bien. Achacaban su falta de clientela a la falta de notoriedad. Me convencieron. Nos pusimos a trabajar. Curiosamente, perdían clientes al mismo ritmo que aparecían en prensa. ¡¡Incomprensible!!. Finalmente, llegamos a la conclusión de que el “de boca en boca” malo también se acelera. No somos Lourdes. Una Agencia de Comunicación tiene como misión dar a conocer algo que debido al ritmo frenético de la sociedad actual, al exceso de demanda, a la ingente información que se recibe, no se conocería por sí mismo. No somos más que un gran altavoz, tanto para lo bueno como y para lo malo.
También conozco un caso de una bodega que hizo una gran campaña de comunicación en medios de su nuevo vino antes de tenerlo distribuido. ¿Qué sentido tiene dar a conocer un vino que nadie puede encontrar ni en tiendas ni en restaurantes?
Por supuesto, también he vivido casos de negocios que no terminaban de funcionar a pesar de ser magníficos y que después de trabajar en equipo y definir con el cliente una adecuada campaña de comunicación se consiguió el objetivo. ¿Existe un trabajo más gratificante que el de poder ayudar a mejorar resultados y lograr grandes éxitos? No, no somos Lourdes, ni falta que nos hace. l
