He oído en diferentes foros que la hostelería no puede caer porque España es un país que vive en la calle, “está en nuestra idiosincrasia”, dicen. Muy bien, pues que tomen nota los que sostienen esas tesis: ante el aumento de los precios del alcohol, el botellón se ha instalado en nuestra ciudades como fórmula de ocio.
Los días de vino y rosas pasados no parece que vayan a volver; no, al menos a medio plazo. Ya no vale todo. Si se cobra un precio alto, disponer de un producto de alta calidad se da por descantado, debe ir acompañado por un valor añadido en decoración y servicio.
Esta es precisamente la tesis seguida por el Grupo La Máquina, flamante premio Alimentos de España de Restauración. La apertura de su nuevo local en Madrid ha supuesto la creación de cuarenta nuevos puestos de trabajo. Y la aceptación del público es extraordinaria. Y no sólo eso; en época de crisis se planean abrir nuevos locales. La receta mágica no es otra que producto, espacios y servicio de primera. La relación calidad precio compensa a sus clientes.
Lo contrario de lo que pasa en otros locales. Yo, por ejemplo, ya no tomo café debajo de la oficina.
