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Shôko, una clara apuesta por los eventos

Pocos locales en Madrid están tan preparados para eventos corporativos como Shôko, que en sus dos mil metros cuadrados alberga zona de clubbing y restaurante. Tanto en el interiorismo como en el aspecto puramente culinario se combina elementos orientales y occidentales. Es el sello distintivo de este nuevo espacio, hermano pequeño del existente en el Puerto Olímpico de Barcelona, propiedad de la sociedad Inirtex BCN.

Enormes pantallas de plasma, leds que crean diferentes ambientes cambiando el color de la iluminación, lo último en sonido, un escenario con plataforma giratoria para la presentación de productos y una enorme barra alberga la planta principal de Shôko. En sus 1.600 metros cuadrados decorados por la compañía Futur2 predominan los elementos orientales como las cañas de bambú o los biombos distribuidos de acuerdo a las normas feng sui (las que según la tradición japonesa son capaces de proporcionar armonía espiritual). Éste área insonorizada, que puede dar cabida hasta a ochocientas almas, es además discoteca de jueves a sábado desde la hora de cierre del restaurante hasta las cinco y media de la madrugada. La rehabilitación y reinvención de estos antiguos salones de boda situados cerca de La Latina en la capital, ha sido progresiva. Primero, en diciembre del pasado año se inauguró como espacio para eventos; en abril, como discoteca, y en junio llegó por fin el restaurante.

El restaurante, con capacidad para cien personas sentadas, ocupa la planta superior (con vistas desde una cristalera a la pista de baile) y abre de martes a sábado para las cenas. De las manos del chef Oskar Reboredo y su equipo, parte del cual es extranjero, resultan platos de fusión como las “Flores de calabacín rellenas de bufala mozzarella en crujiente de remolacha” o “Magret de pato con miel y mostaza”. Comer en Shôko significa desembolsar una media de cuarenta euros, incluyendo alguna de las treinta referencias de vino. Aparte, se hacen precios especiales para grupos a partir de diez personas.

El jefe de cocina, el vasco Reboredo, comenzó su andadura a las órdenes de Mikel Uría en José Luis (Madrid), para pasar a practicar una cocina con toque creativo en Cuatro Postes (Tenerife) y pasar seis años rulando por distintos establecimientos de Londres. La plantilla completa del local asciende a cuarenta personas.

Bailoteo y cócteles
Muchos de los comensales llegan con la idea de mover el esqueleto en la discoteca para bajar la cena, como quien dice, pero otros no. “No sólo es gente joven. Tenemos un público muy variado que va desde los treinta a sesenta años”, asegura Miguel Ferrucci, quien se encarga de las relaciones públicas del local.

La coctelería es otro campo en auge que Shôko tampoco se resiste a explorar. De ahí el fichaje del barman australiano Oliver Atkins, curtido en afamados establecimientos lounge de Sydney. Pero las intenciones de potenciar esta disciplina van más allá, ya que Shôko dispone de una carta para el restaurante que combina postre+cóctel. No faltan los clásicos, pero también el cliente es sorprendido con exquisitas mezclas como “Mojito de fresa” o “Watermelon Martini” a un precio de diez euros. (www.shokomadrid.com) l

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