El cambio se produce en el momento que los cocineros empezamos a usarlos para crear nuestras propias preparaciones, buscando nuevas vías de aplicación y realizando un ejercicio de investigación y creatividad.
Sin querer entrar en polémica sobre la bondad o maldad de los “otros ingredientes” es importante resaltar que su uso y aplicación esta ampliamente regulada y legislada. Esto implica, y así se está haciendo, que los proveedores faciliten claramente en las etiquetas toda la información referente a su uso alimentario, dosificación, composición, etc… Por nuestra parte debemos esforzarnos, igual que lo hacemos con los ingredientes orgánicos, en recabar el máximo de información y conocimiento sobre los “otros ingredientes” con el objetivo final de ofrecer un producto de alta Calidad. Seria razonable también, que los restaurantes divulgaran los ingredientes y composición nutricional de sus preparaciones dándole al consumidor la facultad de elegir. En resumen, creo que la discusión no debería ser si se deben usar o no, seria más productivo hablar de información y transparencia durante toda la cadena alimentaria con lo que daríamos un plus de Calidad tanto al producto como al servicio que recibe el cliente.