O sea que si fuma, que nos es probable que le dejen mucho, deberá prescindir de unos ocho paquetes al año para amortiguar en su bolsillo, lo que puede suponer el incremento en el ticket de las consumiciones hosteleras.
Pero es que también hay estadistas, de la oposición gubernamental claro, que claman por la rebelión antes de que los funcionarios de Economía consigan llegar al 1 de julio, deshojando desesperadamente el calendario y logrando que pasen por caja los primeros euros fruto de tal medida fiscal.
Entrar ahora en polémicas sobre la bondad o maldad de este impuesto es inútil. Ha quedado demostrado, desde los manuales del profesor Fuentes Quintana a nuestros mas conspicuos hacendistas, que el IVA es un buen impuesto. Y funciona muy bien cuando el contribuyente se convierte en consumidor y compra lo que desea… cuando dispone de dinero, eso sí.
El problema se plantea al plantear si la recaudación real coincidirá con la esperada por las arcas públicas o se producirá ese fenómenos keynesiano de que con una crisis como la presente, el que puede gastar no lo hace por incertidumbre, frenando el empleo que se generaría como consecuencia de una mayor alegría estival; que, eso, habrán pensado nuestros flamantes cameralistas.
Algunas voces del empresariado hostelero, ya se han pronunciado señalando que, con la coyuntura actual, no van a repercutir la subida del tipo de IVA. Se corresponden con representantes de la restauración organizada, capaces de, mediante la gestión de su contabilidad analítica, sacarle aún más punta al lápiz sin que ésta termine por romperse.
Otras opiniones, más cerca de la restauración tradicional, consideran que al no poder actuar debidamente sobre el food cost (porque desconocen qué es eso), quien va a sufrir las consecuencias será el ritmo de contratación laboral que, ni siquiera con la llegada del verano, se va a reactivar. Conclusión: ahora va a ser el IVA el causante de los males de la economía española y de su sector hostelero.
Muchos se han olvidado de algunos aspectos a considerar. Primero, el impacto de la subida del tipo de IVA ciertamente está calculado, ya que hay herramientas de econometría (que para eso nos han machacado con los modelos estocásticos en las escuelas de economía); otra cosa es que no se quiera hacer público. Modestamente, me atrevo a opinar, que no va a provocar efectos inflacionistas más de los que ya atraviesan la hostelería.
En este orden de consideraciones, cabría preguntarse si el diferencial entre la cuantía de IVA a favor y en contra para entendernos, en las pymes hosteleras, aportará realmente la recaudación esperada o se desustancializará en el camino fruto de las peculiaridades de la estructura del sector.
Finalmente, se echa en faltar un líder en el sector que como Pedro Galindo, fundador y Presidente de la FEHR, se esté fajando en los despachos gubernamentales para defender las mejores posiciones de las empresas hosteleras. Tal y como él hizo a principios de los noventa, cuando nuestros recaudadores querían fijarles un tipo de IVA “a la escandinava”. Nadie, por cierto, ha agradecido a Galindo lo mucho que hizo en aquella ocasión. En cambio vemos que estadistas de corte “poujadista” están dispuestas a incendiar el mundo de las pymes con tal de hacer hocicar al gobierno Zapatero.
Dejemos al IVA en paz y abordemos de una vez las reformas estructurales que todos sabemos se necesitan hacer; las de nuestra economía y las de nuestra hostelería.
Al cierre de esta edición:
Declaraciones sobre la repercusión del nuevo tipo de IVA
- Presidente de la FEHR:”Va a suponer una penalización para muchas empresas” en especial las de restauración colectiva.
- Presidente de la Cámara de Comercio de Madrid: si se aplica ”las empresas saldrán a la calle”
- Presidente del PP. Plan de choque con IVA reducido para la hostelería
