El menú de los comedores escolares, que para millón y medio de niños españoles forma parte de su rutina diaria, ha subido ocho puntos por encima del IPC acumulado en los últimos cuatro años: un 22%. Como contrapartida, se ha producido un sensible aumento de la calidad nutricional de los mismos. Así lo revela un estudio de Consumer-Eroski que ha analizado los menús diarios de 211 colegios en 18 provincias españolas.
En los últimos tiempos para muchos padres se ha convertido en una necesidad, pero también en un esfuerzo económico que los niños coman en el colegio. De 3,8 euros diarios que costaba de media el menú escolar hace cuatro años, fecha del último estudio Consumer sobre este aspecto, ha pasado a 4,9 euros en 2008, lo que significa un salto del 22%, casi ocho puntos por encima del IPC acumulado durente este periodo.
En este aspecto, existen diferencias sustanciales entre los centros dependiendo de la titularidad de los mismos. En los privados, el precio medio asciende a 7,8 euros por día, frente a los 4,5 euros de los públicos y 5,7 de los concertados. Entre los 211 colegios analizados (71% públicos, 27% concertados y 2% privados, en una proporción similar a la del sistema escolar), se han encontrado enormes variaciones de precio en algunos casos. El menú más caro, curiosamente en un colegio público de Navarra, se sitúa en los 9,5 euros diarios, mientras que la otra cara de la moneda se ha encontrado en un colegio también público de A Coruña, donde comer cuesta 1,9 euros. En cualquier caso, conscientes del desembolso que supone este servicio para los padres, tres de cada cuatro centros encuestados, declaran que disponen de becas y subvenciones.
Un 14% suspende en calidad dietética
Si bien la mejora cualitativa en los menús de cuatro años a esta parte es patente, igualmente lo es el hecho de que queda mucho por hacer. El 68% de los menús escolares pasan la prueba de la calidad con nota de “bien” o “muy bien” (frente al 41% en 2004), un 17% se quedan en “aceptable” y un 14% suspenden (24% hace cuatro años). Los requisitos mínimos en base a los cuáles se han otorgado las puntuaciones han sido los siguientes: el uso como mínimo una vez por semana de verdura, legumbres y pescado fresco o congelado no elaborado; limitar los precocinados y dulces a un máximo de dos veces en una misma semana y ofrecer fruta fresca, como poco, en dos de los días de la semana.
En líneas generales, el buen hacer nutricional no varía significativamente en función de la titularidad de los centros, pero sí de quién elabora el menú. En el estudio, la mejor nota la obtienen los centros en los que el diseño lo realizan conjuntamente los cocineros del propio colegio y una empresa externa (el 77% aprueba con “bien” o “muy bien”), seguido de los menús preparados por una empresa de catering, la opción a la que se acogen más de la mitad de los centros estudiados (el 53% obtienen la máxima calificación). Por el contrario, las peores notas las obtienen los menús elaborados en exclusiva por el personal del centro ya que casi la mitad no logran rebasar el “aceptable”.
Concretando por alimentos, la verdura y el pescado son hoy por hoy las dos principales carencias de los comedores escolares. Un 17% de los centros no incluyen verduras como mínimo un día a la semana, y en un 10% de los casos ocurre lo mismo con el pescado.
En general, las legumbres si forman parte de los platos al menos una vez por semana (sólo un 6% no lo hace) y la fruta fresca se ofrece dos días a la semana o más en el 97% de los colegios.
La buena noticia es que estos indicadores han mejorado respecto al anterior estudio, así como la moderación en el uso de precocinados, derivados cárnicos grasos, dulces y bollería.
En nueve de cada diez centros estudiados, además de la comida convencional es posible tener menús especiales para niños con problemas concretos de salud (diabetes, alergias, etc.) o con determinadas restricciones por motivos culturales o religiosos.
