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Europa en España

A la hora de comer, Europa ya es más que Francia o Italia. Es cierto que los restaurantes llegados o inspirados en las cocinas de estos dos países aún conforman la más amplia mayoría de la oferta llegada del resto del Viejo Continente, pero en la actualidad tienen que competir con lo que traen consigo gastropubs británicos, fondues, pubs irlandeses, creperies o restaurantes basados en cocinas nórdicas.
La estrategia a la hora de abrir nicho de mercado en España se basa en dos pilares para los restaurantes europeos: potenciar la regionalidad y, la mayor parte, ‘hacer la guerra por su cuenta’. Esto es que, si bien en torno a la cocina italiana sí que pueden encontrarse cadenas que se han especializado en la misma y cuentan ya con un número relevante de locales (véase por ejemplo La Tagliatella, Ginos…), es más difícil hallar esa variable en torno a otras cocinas hasta el momento menos conocidas en el país, por lo que restaurantes germanos, ingleses, o rusos –por citar algunos ejemplos- están representados por establecimientos independientes que tienen, en consecuencia, que apostar por la diferencia para prosperar.
Y, la diferencia llega de la mano de sus respectivas gastronomías, así como de los componentes culturales de los distintos Estados, apostando, en casi todos los casos, por elementos muy concretos: la pizza y la pasta los italianos, los crêpes los franceses, salchichas para los alemanes o la cerveza Guïnness regándolo todo en los pubs irlandeses.

25 años de crêpes
Como en todo, existen excepciones en aquello de estar ‘solo ante el peligro’ defendiendo los valores de la gastronomía de un determinado lugar. Por ejemplo, en 1981 abría sus puertas en Islas Filipinas (Madrid) el primer local de La Crêperie Easycrep que, aunque español, apostaba por lo francés y en la actualidad, ya cuenta con cinco restaurantes. Es un buen ejemplo, enclavado dentro de un tipo de establecimientos que basan el grueso de su negocio en una oferta bastante asequible en cuanto a precio, asentada en un producto como son los crêpes, tanto dulces como salados. Además, la oferta se complementa a base de tostas, tablas de quesos y patés, o patatas asadas, que en su día contribuyeron a atraer a una clientela joven a estos locales y continúan haciéndolo hoy en día. El éxito, tanto de esta marca como de otras creperies que proliferan en las ciudades españolas es el resultado de mezclar precios asequibles con un ambiente cuidado y acogedor.
Asímismo, con el ambiente juegan también otros locales que aprovechan algo tan típicamente galo como es el concepto de bistrot, donde se ofrecen platos de la gastronomía francesa a precios más asequibles que los que se encontrarían en un restaurante de alto estánding, dedicado a dicha gastronomía., Ejemplos, hay muchos: como, por citar algunos casos, Le Petit Bistrot (típicos bistrot franceses con dos locales en Madrid y uno más en su Francia original).
Y también con el ambiente juegan los pubs irlandeses de los que en España puede encontrarse una nutrida representación: aproximadamente 1.300 locales de los cuales, 300 son pubs oficiales de la marca Guinness. Todos ellos tienen parecidas señas de indentidad: locales acogedores, en madera; con la cerveza y, en muchos casos, la música en vivo como principales bazas a la hora de hacer negocio. La oferta gastronómica –que la hay- suele ser muy sencilla y el ticket medio depende de la cantidad de cerveza que se consuma. Además, en este tipo de establecimientos se puede disfrutar de la celebración de fiestas como otra parte de su atractivo y, como muestra un botón: en todos ellos se celebra, cada 17 de Marzo, la festividad de San Patricio, patrón nacional de Irlanda. En días así, el consumo de Guinnes se cuadruplica.
Pero las fiestas no son una prerrogativa única de los pubs irlandeses, sino que también son usadas como ‘arma estratégica’ por otros como los restaurantes griegos (restaurantes como Acrópolis, Mikonos, Delfos, Mhytos, etc) que añaden a su gastronomía, salsas de yogurt y mussakas, las danzas típicas de su país y el no menos típico gesto de arrojar platos al suelo al término de la danza. Una excelente oportunidad de negocio para los fabricantes de vajillas.
Desembarco ruso
Hay distintas gastronomías europeas que, como las economías de sus países, todavía son desconocidas en España, aunque pujantes. Es el caso de los restaurantes rusos, que no cuentan con demasiada popularidad pero que, sin embargo, sí poseen representantes de su culinaria en nuestro país. Son los casos de los establecimientos Rasputín o El Cosaco, en Madrid, donde todo el que lo desee puede degustar clásicos como los blinis acompañados de smetana (nata agria) u otras especialidades importadas de la lejana Rusia. Más cerca pero también muy desconocidos, los restaurantes alemanes abogan por las salchichas y cerveza acompañadas de chucrut entre otros. Es lo que sucede en los locales de FASS, o los siete restaurantes de La Fabrica Museo de la Cerveza, donde además de una amplia carta de esta bebida, tanto nacional como europea, se aboga por los amplios horarios como estrategia de negocio, ya que la cocina de los establecimientos permanece abierta en horario continuado todos los días de la semana. En un ambiente auténticamente cervecero y rodeados de historia, se pueden degustar sus platos de cocina alemana y centroeuropea; así como sucede en otro representante de dicha gastronomía es el restaurante Edelweiss.

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