Me remito a hechos tan tangibles como los de que, en plena recesión económica, apenas se producen nuevas incorporaciones al sector de la restauración organizada, mientras que sus titulares van abriendo locales a través de la callada música que ofrece la coyuntura actual y pese a que algunos ostentan balances que ni los pinceles de Murillo podrían superar. Por otra parte, las cadenas y grupos medianos, se han ‘atrincherado’ en sus nichos de mercado, sin asumir riesgos en estos difíciles tiempos, pero fidelizando, si cabe, más a su clientela. Finalmente, es curioso que un mercado con un potencial de consumo extradoméstico como el de España no llame la atención a grupos internacionales por llegar. Todo lo contrario, algunos recién instalados han hecho las maletas y otros que ya llevan tiempo, están en proceso de facturación.
Segunda década
Así pues, nos disponemos a afrontar la segunda década del siglo XXI y, si ‘los mercados’ no lo impiden, presenciando el fortalecimiento de la restauración independiente que se fundamentará no sólo en su capacidad creativa y de gestión, sino también en la predisposición a practicar outsourcing o, mejor dicho, la externalización de funciones que, pese a ser básicas, reconocerán que desde fuera se realizarán mejor que desde dentro, para no cargar sus costes de estructura y ver caer en picado su nivel de servicio.
¿De qué partner estamos hablando? Pues del distribuidor especializado en foodservice. Aquel que haya apostado por armarse con las mejores herramientas de gestión existentes en el mercado y creado el mejor catálogo que sus clientes precisarán para dar el mejor servicio a una cartera que muy bien puede llegar a los 3.000. Sí, ¡3.000 clientes!
¿Qué me recuerda dicho escenario, aunque se tache de utópico o irreal? Pues el vivido por la distribución moderna en los albores de los años setenta. Quienes fuimos testigos y, por qué no decirlo, activos protagonistas de ese cambio, vivimos la experiencia de un período de transición en el que aquellos almacenistas más avispados se convirtieron en promotores de las marquistas cadenas de detallistas (IFA, SPAR, VEGE, IGA…) que supieron expurgar un mercado atomizado lleno de empresas marginales para hacerse con profesionales que apostaban por el futuro y que, tras un paso por fórmulas sucursalistas o franquiciadas, son o compiten con éxito, en la actualidad, con los grandes grupos de distribución en sus zonas de influencia comercial, configurados en cadenas de supermercados.
Toca pues soñar despierto y esperar que desde el primer mes de 2011 se observen importantes movimientos en las redes y organizaciones de distribuidores especializados en foodservice que sean capaces de brindar, cada vez más, servicios plenos a los restaurantes independientes que, ostentando valores insuperables frente a la competencia de la restauración organizada, no se sientan relegados por deslumbrantes neones (hoy leds), locas promociones y formatos cuya relación continentes/contenido defraudan al cliente más optimista, por no hablar de quienes han bajado los brazos en temas tan cruciales como el servicio o la calidad en búsqueda del ebitda perdido.
Hablamos de una raza de distribuidores que ha de superar a quienes, incapacitados para hacerse con el mercado de la restauración capilar, han estado mutando cual crisálidas al uso, con el permiso de sus recursos financieros, hasta intentar emular a los que, llevando años preparando su lanzamiento, saben que ahora es el momento adecuado, vista esa brecha que se ha creado entre los grandes grupos de restauración organizada y la independiente.
Puede entonces que estemos ante una nueva década prodigiosa. La que permita al restaurador independiente constituirse en la urdimbre que cierre la brecha citada, al tiempo que presencia el emerger de nuevos grupos de restauración que, partiendo de las sólidas bases de conocimiento del mercado y de los protagonistas del consumo extradoméstico, completen un escenario donde eficiencia y excelencia se den la mano.
Y gracias a la distribución especializada en foodservice.
