Reflexionando sobre esta circunstancia, nos acordamos de diferentes líderes que actúan en base a criterios objetivos, pero motivados por la pasión, visión e ilusión por un proyecto. Equilibran en su toma de decisiones, entre lo que deben hacer, con lo que les gustaría hacer, ya que miran más allá de los límites de su función. Son estrategas y responden con rapidez y eficacia a las necesidades del cliente.
Sergio y Jordi, compañeros de trabajo, nos plantean el problema de decidir qué tipos de competencias influyen en la toma de decisiones. Consideramos que existen diferentes comportamientos vinculados a la cuestión. Un buen directivo debe ser emprendedor, optimista, creativo, con tenacidad y autonomía personal. Con capacidad de identificar con rapidez la causas de los problemas y síntesis a la hora de tomar decisiones. Con disciplina personal, tenacidad y autocontrol. Con valentía para la toma de decisiones en situaciones de gran responsabilidad y riesgo. Con equidad, transparencia y honestidad. Con gran capacidad de autoconocimiento y autogestión.
Escuchar y transmitir ideas
Volviendo al caso de la nueva apertura y para que nuestro local, no se convierta a medio plazo en un lugar de piedras frías, deberemos saber escuchar y trasmitir ideas de manera efectiva. Saber asignar objetivos y tareas a las personas adecuadas para realizar el trabajo. Preocuparse de que las personas del equipo dispongan de la capacidad y libertad de tomar decisiones y de los recursos necesarios para lograr sus objetivos. Fomentar un ambiente de colaboración, comunicación y confianza entre todos los del equipo.
Nos alegramos de que algunos empresarios tengan proyectos en el S. XXI; demuestren pasión; les guste la libertad empresarial; la motivación por seguir creando negocios de restauración… Tienen todo lo que es necesario para crecer y tener los valores propios de un emprendedor del sector: sabiduría, fortaleza, pasión, voluntad, trabajo en equipo, sinceridad, autocontrol, humildad, esfuerzo personal, lealtad a la marca, contemplación… Valores que tendremos que ir recordando a la gente, sin confianza, para generar estas decisiones.
Decisiones que permitirán a las personas no contemplar locales vacíos y simples piedras frías. Sino todo lo contrario: locales con piedras calientes que acojan a los clientes y les transmitan aquella seguridad, confianza y bienestar que les permita regresar a tomarse aquel café, tapas o aquel divino aperitivo.
Abrir un nuevo local implica tener el conocimiento, los valores y las habilidades necesarias que ayudan a alcanzar este objetivo. Cuando el empresario se plantea ‘¿Que voy a hacer?’ es cuando, en base a criterios racionales y a sus valores, la reflexión y la toma de decisiones determinan ‘¿Cómo lo debo hacer?’. Si el empresario decide abrir un nuevo local (Concepto y/o modelo de negocio), pasará su decisión a la acción. Las experiencias y las habilidades nos conducen y ayudan en la toma de decisiones.
El proceso de desarrollo de una competencia finaliza cuando la motivación racional y la espontánea se alinean hacia las acciones propias de esa competencia. El entorno económico de las empresas sigue siendo complejo. Si en el sector seguimos invirtiendo en dar valor al cliente, internacionalizando actividades e innovando y, sobre todo, desarrollando al personal garantizaremos el regreso al crecimiento económico.
Las organizaciones que hayan aprendido a evaluar y a desarrollar las competencias de sus personas, estarán más capacitadas para afrontar los continuos retos que el entorno vaya presentando.
El tiempo pasa. Ayer y hoy. Somos una cordada a través del tiempo. Con el objetivo de crear organizaciones más eficientes. Recursos humanos adaptados a los nuevos perfiles. Trabajar la cuenta de resultados para generar ingresos y poder ofrecer al cliente, el valor añadido que espera encontrar. J
