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Válgame Dios, un establecimiento con alma

La historia de Válgame Dios, aunque en esto de la restauración es relativamente corta, se remonta a diez años atrás. Precisamente los que una de las socias del establecimiento, Beatriz Álvarez, llevaba gestionando un negocio de moda en ese mismo local. La evolución del concepto a lo que es en la actualidad, llegó de forma natural, marcada por dos factores relevantes. Por una parte, que el establecimiento ya incluía una pequeña barra para clientes, antes de funcionar como restaurante al uso; por otro, la llegada de la crisis económica que hizo necesario que Válgame Dios fuese lo que es hoy, una simbiosis prácticamente perfecta entre moda y cocina a la que dan vida cuatro socios: Beatriz Álvarez, Candela Arroyo, Raquel Meroño y Santi Carbones. Válgame Dios también es el resultado de mucho trabajo, muchas horas de búsqueda en todos los sentidos –su personal, su carta, etc- y un proceso muy elaborado.
“Válgame Dios es un tipo de hostelería muy distinta a la que hay por aquí” dice Santi Carbones. “Es un café con cocina y en la planta baja es donde tenemos la tienda de ropa. Tenemos la cocina abierta desde la una de la tarde hasta la una de la mañana. En ese tiempo, igual se puede comer, que tomar un café súper rico, o una copa. Ahora hemos abierto la terraza… es un concepto moda-fusión”.

El concepto
Así pues, la parte de la moda posee en este restaurante la misma importancia que la propia restauración, presente en una carta con unos pocos, pero muy escogidos, platos, de ‘cocina del mundo’ que varían conforme lo van haciendo las distintas estaciones del año. Lo mismo sucede con el showroom de la planta inferior, en el que se comercializan colecciones, a mitad de precio, de marcas como Blumarine, Roberto Cavalli, Chloé… dependiendo de las preferencias de Beatriz Álvarez. En esta planta, también existe una pequeña barra, por lo que es posible, por ejemplo, “tomar un vino” mientras se compra.

Pero, las posibilidades son casi infinitas. Como también lo es el público que accede al local: “gente joven y moderna… mucha mezcla” explica Carbones. “Mucha profesión liberal… mucha gente de la moda; artistas, cantantes, escritores, políticos…”
Gente que acude, desde a tomar un café o una copa, como a disfrutar de una comida o cena. El ticket medio del local en este caso, es de unos treinta euros.
“Ahora mismo tenemos una cocina sencillita. No nos hemos querido complicar la vida y nuestro producto es excelente. Tenemos como diez o doce platos, todos exquisitos y de muy buena calidad: una hamburguesa con trufa que es espectacular; las quesadillas, una carne… el atún que nos lo traen directamente de la Almadraba y se sirve en dados, en sashimi y en tartar. Es cocina muy bien hecha. Una de las últimas cosas que hemos incorporado son unos rollitos, porque nuestro chef es filipino y ha hecho una especie de pastela en rollitos, que está teniendo mucho éxito”, afirman los socios.

La realización
Poner en marcha este proyecto, en tiempos económicos complicados, fue todo un desafío. El local ya existía, por lo que por ese lado, no hubo dificultades. De la decoración del mismo se hicieron cargo Candela Arroyo y Raquel Meroño, sobre todo, aunque en palabras de Santi Carbones, “todos intervinimos un poco en el proceso, pero las principales artífices fueron ellas”. Después, a base de trabajo vino todo lo demás.

Con capacidad para unos sesenta comensales, en Válgame Dios siempre hubo un objetivo claro: que la gente tenía que sentirse a gusto y que el local debía ofrecer un atractivo más aparte de la simple comida o el hecho de poder tomarse una copa en su interior.

Aparte, en este tiempo, se ha aprendido “que a la gente le gusta mucho la calidad, pero pagar lo justo por ella”. Y el balance es positivo: el concepto sigue evolucionando a costa de viajes –de sus socios- e innovación puesto que, como sostiene Álvarez “no hay que quedarse estancado porque eso es fatal”.
“Al final, hemos hecho una cosa tan bonita y estamos tan ilusionados, que va rodando día a día”, apostilla Carbones, sosteniendo que el balance es positivo siempre.

El futuro
Comentarios como que en Válgame Dios se siente uno “como en casa”, hacen augurar un prometedor futuro al establecimiento. Varios factores se combinan para apoyar esta hipótesis: por ejemplo esa mezcla entre cocina y moda, que al estar en permanente evolución –tanto la una como la otra- hace muy difícil que el concepto pueda llegar a ‘quemarse’; o la zona en la que está situado, en pleno centro de la Capital, en uno de los barrios madrileños con más vida; el local, que es precisamente eso: “el local”, ya que ningún otro podría haber sido más adecuado; su carta –pequeña pero muy especial…- incluso ya se han recibido algunas ofertas para franquiciar el concepto. Un paso, a priori, bastante complicado por la dificultad de réplica de un espacio como Válgame Dios’.
“Es una posibilidad… nos han ofrecido franquiciar… pero esto es una mezcla de los cuatro propietarios y los cuatro no nos vamos a poder clonar en otros locales, que tendrían que estar muy supervisados por nosotros”, reflexionan los socios. “Pero llevamos siete meses y todavía es pronto para pensar en eso. Estamos centrados en este proyecto que se está cuajando. Después ya veremos”. JIsabel Cano

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