“Tienes más variedad de clientes en un hotel y en un restaurante sueles hacer más horas”, asegura. Además de que García dice tener libertad, por la confianza que deposita en él el director de alimentación y bebidas, para comprar los vinos que crea convenientes y para la venta de los mismos al público.
García, que forma parte de un equipo de veinticinco personas, gestiona la bodega de 275 referencias nacionales, así como cenas de maridaje, eventos, banquetes, servicio en los restaurantes y bares, y las cavas de las suites. En este último caso, se trata de siete vinos exclusivos disponibles en las 18 habitaciones más “idem” del hotel. En su mayoría se trata de referencias internacionales, con un precio que oscila entre los cien y los cuatrocientos euros. Sin embargo, en los restaurantes, los caldos son nacionales casi en su totalidad.
El hotel, el primero de la compañía Juban Hoteles, planea abrir nuevas sedes a corto plazo. Posee 185 habitaciones, dos restaurantes de cocina mediterránea (El Verdil y Labiguine), dos bares y terraza de verano. Labiguine tiene un perfil más de temporada, un precio medio de setenta euros y una carta de vinos más reducida que la de El Verdil (precio medio 60 euros). Son 25 referencias escogidas, aunque si los clientes lo solicitan pueden tener acceso a la otra lista.
A mediodía los comensales que acuden al Mirasierra suelen ser trabajadores de la zona; mientras que por la noche hay mayoría de huéspedes del hotel y también curiosos que acuden a conocer el hotel. (www.jubanhoteles.com). l
E.G.G.
Perfil de un sumiller de hotel
Dejó los libros bastante joven para trabajar en un pub de lujo, el Admiral de la calle Serrano de Madrid, cerrado en la actualidad. De hacer canapés en el office pasó a sala e hizo sus pinitos en coctelería. La cadena Foxá fue su siguiente destino. Posteriormente, un pequeño restaurante gallego y la Taberna del Alabardero, donde en el año que estuvo colaboró también con el catering Mesa Real y en el Café de Oriente, otro de los restaurantes del grupo Lezama. La siguiente etapa transcurrió en Brasil “de aventura” volviendo con energías renovadas para hacer el curso de viticultura y enología de Asaja en Aranjuez. Y más tarde, entre trabajo y trabajo – en el Ritz, y en El sumiller de San Sebastián de los Reyes -, completó su formación con el curso de la Cámara de Comercio de Madrid bajo el patrocinio de las bodegas navarras Chivite. De su promoción, la novena, salieron prestigiosos sumilleres como Fernando Coque o Henar Puente.
La primera cata de vinos con clientes la organizó un poco después en Zahara de los Atunes (Cádiz). A su regreso a la capital, trabajó como primer maître sumiller en la Vinoteca Barbechera, después en el restaurante asiático Sukothay durante un año, organizando eventos y acompañado del cocinero japonés Osanai. Y por fin, a través de la Cámara de Comercio de Madrid le surgió la oportunidad de incorporarse al Mirasierra Suites Hotel. Hace nada, como quien dice, su labor ha sido reconocida por el Consejo Regulador de La Mancha que le ha otorgado el “Premio al joven sumiller revelación de Madrid”. l
