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El resurgir de Toñi Vicente

Como el Ave Fénix. Así se podría ilustrar la trayectoria de la cocinera gallega Toñi Vicente en estos dos últimos años cuando todo su universo pasó del todo a la nada. O a casi nada. Ahora, tras su trayectoria en solitario por el desierto, regresa con un nuevo proyecto profesional.

En las proximidades de la playa de A Lanzada, en la parroquia de Toalla, término municipal de Sanxenxo, abre sus puertas el nuevo restaurante de la cocinera gallega. Laurel en el que esta mujer, que en su día fue una de las primeras cocineras en obtener una estrella Michelin, pretende recuperar la cocina marinera gallega. Un pequeño local con capacidad para albergar un máximo de cuarenta comensales donde Toñi Vicente asegura que “empezamos con toda la ilusión y, ante todo, pretendo disfrutar de mucho trabajo durante mucho tiempo. Quiero, y creo que lo conseguiremos, que el cliente sea un amigo y se marche como tal, satisfecho, muy a gusto y con ganas de regresar”, asegura.

Sobre la elección de este enclave, cerrado al público desde hace años, Toñi Vicente explica que estuvo barajando diversas posibilidades, si bien había una cosa que tenía clara y marcaría la elección. “Me apetecía estar cerca del mar”, reconoce.

Respecto a la composición de la carta, la cocinera adelanta que los pescados y los mariscos centrarán el grueso de la misma, aunque no duda de que incorporará algunos de los platos que le han dado fama a lo largo de su dilatada carrera
Este nuevo proyecto profesional surge después de un largo recorrido de desventuras que comenzó en el otoño de 2008, cuando la cocinera gallega se vio envuelta en un turbio asunto de compra de vieiras procedentes de la ría de Ferrol que no habían pasado por el proceso previo de depuración y evisceración, con el consiguiente riesgo de sufrir algún tipo de intoxicación.

Travesía en el desierto
Y aunque en los días siguientes a conocerse este hecho recibió el apoyo de cocineros y de amigos, la caída era inevitable, si bien la crisis había golpeado ya antes a su restaurante de Santiago donde el número de cubiertos servidos descendía irremediablemente. El siguiente mazazo vino con la pérdida de su estrella Michelin y, al poco tiempo, se produjo lo inevitable: Toñi Vicente cerró su local y abandonó la capital gallega. Hace unos meses, en la Semana Santa de 2009, se tuvo noticia de su reaparición al frente de la cocina de un camping en la localidad coruñesa de Ribeira. Los manteles de tela fueron sustituidos por unos de hule y de papel. En cuanto a la carta, y con la excepción de algún plato con emulsión de aceite, ésta era similar a la de un restaurante corriente y a precios muy asequibles.

La intención de esta mujer, por cuya labor su restaurante fue el primero en Galicia en recibir la preciada estrella Michelin, era empezar de cero y “hablar sólo de cocina”. Compostela quedó atrás y ya nunca volverá. “Nunca lo haría” dijo en aquel entonces. “Esta ciudad significa ya una etapa cerrada para mí”, recalcó. Sobre el asunto de las vieiras, la restauradora viguesa sólo afirma “tener la conciencia limpia y clara; pude haber cometido un error, apunta, pero, sobre todo, hay que creer en mi buena fe después de más de cuarenta años dedicados a esta profesión”.

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