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Cocina madrileña con tintes de brasserie

En lo que a la carta se refiere, Ibiza 41 pone a disposición de sus visitantes una cocina inspirada en las brasseries francesas de principios del siglo XX y una selección de los platos más característicos de la cocina madrileña e internacional.

Así, podemos destacar los caracoles a la bourguignon ó las carnes de buey a la parrilla. Platos que siempre buscan la excelencia. Pero también recetas como los pinchos y tapas a degustar en la barra, con platos tan suculentos como la cazuelita de rabo de toro estofado al vino tinto, ración de huevos estrellados con patatas y jamón o la tosta de anchoas de santoña. En cuanto a la carta de la zona de restaurante, pueden encontrarse platos tanto para compartir en el centro de la mesa: jamón ibérico de bellota, trío de quesos fritos… como recetas tan interesantes como unos callos ilustrados, el steak tartare de solomillo de buey con tostadas de pan blanco, o el suquet de rape con cigalitas. Tampoco faltan los entrantes, las ensaladas, o postres como el trío de sorbetes, para poner un final dulce a la comida.

Además, en su oferta de cocina, desarrollada por el chef del establecimiento, Roberto Moreira Arévalo, podemos disfrutar de tres tipos distintos de menús: un menú degustación, compuesto por un entrante, dos primeros y dos segundos, postre, café y mignardies, a un precio de 32 euros; un menú especial almuerzo: de martes a jueves al medio día, que cambia cada semana, que consta de un guiso, una carne o pescado mas guarnición, bebida y postre o café a un `precio de catorce euros; y por último un menú temático, que cambia cada dos semanas y siempre gira en torno a la cocina de una región europea o de un producto culinario estrella. Consta de tres entrantes más un pescado, una carne y un postre o café a un precio de 24 euros.

Las bebidas
En la selección de los vinos priman los caldos de corte moderno de las más representativas denominaciones de origen españolas (siempre atendiendo a su relación calidad-precio), complementados con algunos vinos clásicos y una serie de vinos franceses originales en su elaboración, destinados a aportar nuevas sensaciones y experiencias al cliente. Una carta equilibrada, novedosa y muy accesible, seleccionada con la colaboración del gran sumiller Luis Miguel Martín.

Todo ello en un local amplio, de unos trescientos metros cuadrados, distribuido en dos plantas y con tres ambientes diferenciados basados en una decoración vanguardista, en la que destacan unos grandes ventanales y una cuidada decoración.

En la entrada se encuentra la barra (wine bar), donde además de su oferta de bebidas frías y calientes es el emplazamiento donde degustar la minicocina ininterrumpida, con gran variedad de tapas y raciones frías.

En la planta alta surge un cálido e íntimo comedor, con vistas a la sala de la planta inferior, ideal para disfrutar de comidas o cenas privadas, algo más relajadas, o cenas románticas.

Por las tardes, el wine bar se convierte en un espacio lúdico con músicas y proyecciones, perfecto para un afterwork, donde disfrutar de su atrevida carta de cocktails.JI.C.

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