Lo cierto es que existen pocos usuarios que no hayan probado nunca nada de lo procedente de la gastronomía italiana: todos conocemos la pasta y la pizza y, en las ciudades españolas –los emplazamientos rurales ya son otra historia, pero cada que vez se asemeja más a la de las urbes-, quién más o quién menos se encuentra familiarizado con nombres tales como Ginos, La Tagliatella, Oh Mamma Mía, Da Bruno o La Mafia se sienta a la mesa, por citar algunos ejemplos de la restauración organizada. Eso por no hablar de los independientes a los que, en los últimos tiempos el chef Andrea Tumbarello (Don Giovanni) ha servido como uno de sus principales abanderados. De modo que puede concluirse que “los italianos” no necesitan de grandes esfuerzos o carta de presentación para hacerse con una relevante cuota de estómago entre los comensales o los potenciales comensales. Éstos, llegan solos.
¿Por qué? Porque aparte de que la cocina italiana está asentada en España, al proceder de un país próximo y, en cierto modo, cercano también en lo que a comer se refiere, posee la característica de que es muy complicado que entre las opciones que añade su producto estrella: la pasta, no figure alguna que se adapte a cualquier tipo de paladar. Esa es una de sus principales características: ser lo suficientemente flexible como para que pueda ser preparada o maridada con tantos acompañamientos e ingredientes que es prácticamente imposible no encontrar alguno que no guste. Y lo mismo puede decirse de la pizza que, además, hace mucho que conquistó el corazón (o las papilas gustativas) de los más jóvenes.
En consecuencia, la cocina italiana es popular. Y ahí podría establecerse cierto paralelismo con respecto a lo que sucede con los establecimientos especializados en cocina asiática, en este caso, china, ya que como ésta última, los locales de cocina italiana suelen añadir el atractivo de un ticket medio no demasiado elevado (menos los de alta gama, por supuesto) y así, tanto precio como su cocina resulta atractiva para el comensal. Pero a diferencia de los establecimientos de comida asiática, caracterizados por su rapidez, la filosofía en los restaurantes italianos es distinta: aportan un punto de serenidad de “tomarse tiempo” para comer. Un ingrediente de familiaridad al que contribuye la decoración de los emplazamientos, que la mayor parte de las veces es cálida, recurre a maderas y colores cálidos (por ejemplo) que le aportan al visitante la sensación de ir a disfrutar de una comida o cena casi hogareña, sin prisas, idónea para compartir con amigos, familiares, etc. Y esa parece ser una de las grandes bazas que está dispuesta a jugar una marca como por ejemplo Ginos (ver entrevista en este mismo número), desde donde se ha decidido reforzar esa idea de ‘familiaridad’ y cercanía, de cara a ofrecer un mayor atractivo tanto a sus clientes actuales como a los que han de venir.
Percepción positiva
En lo que se refiere a diseño, los establecimientos de restauración de corte italiano, están a la vanguardia, ya que, sobre todo en lo que respecta a la restauración organizada, este tipo de establecimientos cuida mucho su imagen. Importantes empresas de interiorismo y decoración crean estilos de éxito (en su día hablamos de Il Mio Design que ha sido el estudio de arquitectura responsable de la nueva imagen de Ginos), convirtiéndose en referentes, en materia de uso de materiales, iluminación… pero no sólo es imagen, ya que en materia de cocinas, hornos y equipos de frío, Italia está entre los líderes internacionales.
En general la percepción de la gastronomía italiana en España es positiva y esto se ha traducido en los últimos años en un aumento de la demanda de productos llegados de allá –tanto en restaurantes como en los lineales- de calidad y que aporten un punto de ‘artesanal’. Tan sólo en Barcelona se cuenta con más de 120 restaurantes con cocina temática especializada italiana y por lo menos veinte tiendas gourmet. Sin embargo, uno de los puntos menos fuertes de esta cocina es que es difícil encontrar una imagen y calidad uniforme en la oferta de restauración, en lo que se refiere a locales que no pertenezcan a una cadena de restauración comercial. JA.I.G.