El misterio del cristal negro de la botella de la London Dry Gin, Brockmans, ha sido trasladado por Andy Hill y Philip Silcock, a un cortometraje cargado de sensualidad y fotofobia que marca la identidad estética del producto. Su ritmo juega con el artificio teatral apostando por una historia llena de adrenalina, donde todo se lleva hasta el límite para desembocar en una charada envuelta en la luz intensamente negra de la noche.
La vocación británica al viaje es probablemente la explicación de una mezcla de sabores cuyo origen reside en tierras lejanas. La elaboración de Brockmans funde cuidadosamente botánicos como la corteza de casia de Indochina, las raíces de angélica de Sajonia y el regaliz de China, con las vivas notas cítricas y savia del coriandro de Bulgaria.
La maceración de estos elementos, como un lento descanso tras un largo viaje, confiere a este refinado destilado inglés notas florales a violetas equilibradas por matices terrosos y secos de la propia baya de enebro.
Toda alquimia tiene sus reglas, por eso la elaboración de un gin-tonic perfecto pasa por un ritual donde el pomelo rosa y los frutos negros como los arándanos azules son elementos muy recomendables para proteger y potenciar ese sabor que diferencia Brockmans de cualquier otro gin.